Jorge Samuel del Villar
Un aspecto particular que está presentando el principal índice bursátil mexicano no tiene precedente en nuestra era contemporánea. Lo inédito consiste en la dimensión de las caídas en un solo día y en su escisión de los mercados internacionales.
El domingo 28 de octubre se anunció que se cancelaba la construcción del aeropuerto en Texcoco, con un proyecto del arquitecto Norman Foster, acreedor del premio Pritzker, equivalente al Nobel de arquitectura.
La ubicación del NAIM había sido impulsada por el gobierno panista de Vicente Fox, y durante 18 años mantuvo consensos y la aprobación de agencias con aval internacional como MITRE.
Cabe señalar que cualquier aeropuerto de las dimensiones necesarias para garantizar la seguridad de los usuarios a mediano y largo plazo, ineludiblemente presentará daños ambientales, independientemente del lugar donde se instale.
También, que el tipo de vida que llevamos los habitantes del planeta no es sustentable. Si seguimos utilizando automóviles, aviones, pilas de celulares que desechamos cada dos años, de la misma manera literalmente no vamos a tener planeta en donde vivir. Para evitarlo, las políticas públicas se deben de basar en incentivos, no en prohibiciones.
Tras los resultados de una consulta sin sustento legal, el 29 de octubre los mercados mexicanos sufrieron un descalabro del 4% en un solo día. El jueves 8 de noviembre, el índice bursátil mexicano presentó el derrumbe histórico de 5.8% en una jornada, erróneamente atribuido en su totalidad a una iniciativa de ley para regular las comisiones bancarias.
En primer lugar, hay que dimensionar el fenómeno que está ocurriendo. Caídas del 4% y del 5.8% en un día sólo se han presentado a lo largo de la historia mundial en momentos como el ataque terrorista a las Torres Gemelas o la peor crisis financiera de los Estados Unidos.
En segundo lugar, lo insólito de estos descalabros bursátiles en un día es que están aislados del comportamiento bursátil internacional. Los días en que se han derrumbado los mercados mexicanos durante el periodo de transición presidencial, las bolsas internacionales presentaron alzas.
Esto es históricamente atípico. Durante las tres décadas previas, cuando se han presentado caídas tan grandes en el índice mexicano en una sola jornada, los mercados internacionales han sufrido descalabros semejantes.
Tras el atentado de las Torres Gemelas, que en un instante cambió la lógica de la seguridad global, el IPC mexicano cayó 5.55% en un sólo día, mientras que los mercados estadounidenses cayeron 7.25%.
El 29 de septiembre de 2008, tras la bancarrota del Lehman Brothers, con lo que se iniciaba la peor crisis financiera de Estados Unidos y una recesión mundial, los mercados mexicanos cayeron 6.4% y el Dow Jones 6.98%.
El 8 de agosto del 2011, tras el anuncio histórico de la baja crediticia al gobierno estadounidense, los mercados mexicanos cayeron 5.9% y los estadounidenses 5.55%.
El anuncio de la cancelación de un aeropuerto o filtrar una iniciativa de ley para regular las comisiones bancarias no se pueden comparar con eventos que escribieron nuevos apartados de la historia global, como el desmoronamiento de las Torres Gemelas o la quiebra de Lehman Brothers.
Sin embargo, los mercados están percibiendo un riesgo de gran magnitud en México. Muy probablemente el riesgo percibido sea que la próxima administración adquiera tintes dictatoriales.
Lo que puede calmar a los mercados son muestras de que en México existen instituciones, procedimientos y una sociedad sólidos que no permitirían un retroceso democrático.
