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Opiniones divididas

El discurso presidencial en contra de intelectuales, periodistas y escritores que no simpatizan con él abona a la distancia que hay entre la opinión pública y la opinión escrita.

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Arturo Páramo

Mientras en Tula se anunciaba oficialmente la licitación de la refinería en Dos Bocas, Tabasco, Petróleos Mexicanos (Pemex) vive al filo del abismo.

La empresa más importante del sector público mexicano vive uno de sus momentos más delicados, sin contratación de deuda, con desabasto en el 60 por ciento de sus centrales de almacenamiento, con el abasto de combustible al límite del colapso en 23 estados, y sin rastros de las pipas que se compraron para distribuir el combustible en operativos hormiga.

El gobierno mexicano apuesta por la refinación de combustibles en una etapa en que el mundo da pasos hacia fuentes de energía alternativas y las ventas de autos nuevos (principales consumidores de combustible en el país) en México cayeron en 7 por ciento en 2018.

Se piensa que para 2022 se hayan perforado 116 pozos y que hacia el final del sexenio, con la nueva refinería y la reconfiguración de las seis existentes, México sea autosuficiente en un mercado que cada día se empequeñece y al paso de los años será menos relevante.

Temas como este dividen a la opinión pública acerca del desempeño de la administración que, de entrada, ya decretó el fin del modelo neoliberal, ya sus partidarios y voceros orgánicos los denosta pese a que no hayan cometido ilegalidad alguna.

El discurso presidencial en contra de intelectuales, periodistas y escritores que no simpatizan con él abona a la distancia que hay entre la opinión pública (es decir, lo que dice la ciudadanía en general, incluyendo simpatizantes y no simpatizantes del naciente régimen) y la opinión escrita (columnistas, opinadores, ensayistas, comentaristas, periodistas).

Nunca como ahora, lo que dicen quienes tienen acceso a los medios de comunicación ha estado tan distanciado de las “pláticas de café”, de las “sobremesas”, y de la efervescencia que se vive en los mítines que encabeza el presidente. Tal vez nos enfrentamos al momento en que o bien los opinadores no alcanzan a entender el alcance de los cambios que plantea el gobierno y que el grueso de la población sí comprende, o bien, al momento en que los efectos de la campaña, del interminable discurso de desmantelamiento del neoliberalismo, y la maquinaria propagandística echada a andar desde hace un año por parte de Andrés Manuel López Obrador y su equipo surtieron un efecto demoledor.

Cierto es que el anterior régimen estaba hundido en un mar de corrupción intolerable y que costaba al menos 7 mil millones de pesos anuales en pago de sobornos, mordidas y dádivas a funcionarios de todos niveles.

Hay lecturas para todos los que quieran entender qué sucede en el país. Por ejemplo, el retiro de ahorro voluntario de miles de burócratas la semana pasada, para evitar que ante una debacle económica que algunos sectores esperan, pudieran perder parte del dinero acumulado a lo largo de sus años de servicio.

El tren de información establecido por este gobierno en ruedas de prensa, mítines, viajes, estaba motivado en la meta de López Obrador de echar a andar sus proyectos insignia. Ahora viene la etapa de visita a obras inconclusas en gobiernos pasados para anunciar su cancelación definitiva o bien la inyección de nuevos recursos para su conclusión.

La presidencia se ve desde ahora como una campaña constante rumbo a la consulta de revocación de mandato aprobada ya por el congreso para las elecciones de 2021, donde el presidente podría aparecer en el paquete de las boletas de la elección de medio término.

Cada día de este gobierno inicia con una conferencia de prensa que se ha convertido en una conferencia de prensa matutina que es un reflejo del país. Por un lado los periodistas serios que articulan preguntas que buscan obtener información para nutrir sus páginas, y programas de tv y de radio; y por otro lado los youtubers, influencers, y encargados de ventas de revistas y portales que buscan a toda costa sumar visitas, “clicks” y seguidores y que han articulado campañas en contra de otros medios o de reporteros.

Así el país, dividido, entre quienes aplauden y los que con trabajo serio y perseverante no se suman a esa legión de aplaudidores.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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