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SCREWBALL / Cien días con AMLO

Discutir si es bueno o malo que la Jefa de Gobierno emule en todo lo que hace el Presidente de la República, es un debate inútil, que en nada abona a mejorar la vida de millones de capitalinos que esperan aun ver ese cambio que se prometió y que al parecer no llega.

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Ernesto Osorio

Este viernes 15 se cumplen los primeros cien días de gobierno de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México y deberíamos preguntarnos en que ha cambiado esta ciudad desde el pasado 5 de diciembre.

Repasando algunas de las primeras acciones de gobierno destacan principalmente la eliminación del programa de foto multas y la transformación de su modelo sancionador a uno de carácter cívico; la extinción del agrupamiento de granaderos y la suma de sus elementos a la policía auxiliar; la modificación de la estrategia de seguridad regresando al esquema de cuadrantes por Coordinacion Territorial; la puesta en marcha de los primeros Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes, bautizados como “Pilares” como una alternativa de acceso al espacio público y formación y capacitación de los jóvenes; la convocatoria de licitación para la primera línea del cable bus; la creación de la Agencia de Operación e Innovación Digital de la Ciudad de México que se ha convertido en el cerebro de la capital al reunir toda la información que necesita este gobierno para poder funcionar y la transformación de la Comisión para la Reconstrucción, que poco funcionó en el gobierno anterior.

Algunos pendientes de los proyectos anunciados por la misma Jefa de Gobierno en su discurso de toma de posesión en el Teatro de la Ciudad son el Programa de mantenimiento masivo y re potenciación del Metro; el nuevo sistema de pago de derechos justo para los taxistas concesionarios ante las empresas que usan las aplicaciones; el nuevo sistema de radio y televisión de la ciudad en el que se integrarían Canal 21, el Canal del Congreso y Radio CDMX y el reordenamiento del comercio informal en el Centro Histórico, el cual sabemos podría arrancar el próximo 18 de marzo.

Pero en estos cien días también, la administración de la doctora Sheinbaum ha establecido una línea de trabajo paralelo con su vecino, el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, de quien sigue al pie de la letra sus indicaciones y consejos no sólo en el ejercicio de gobierno, sino también en el manejo de su imagen pública.

En sus cien días la Jefa de Gobierno implemento sus reuniones matutinas de seguridad y su propia conferencia mañanera. Si el Presidente abrió Los Pinos a la gente, ella abrió el Antiguo Palacio del Ayuntamiento; Si López Obrador mando a vender el avión presidencial y los autos de la Presidencia, ella envió el helicóptero y los vehículos blindados a la procuraduría y la Secretaria de Seguridad Ciudadana; si el bajó los altos sueldos de los funcionarios y redujo burocracia, Claudia Sheinbaum redujo también el salario de sus colaboradores y la estructura del gobierno con la máxima de la austeridad: hacer más con menos.

Discutir si es bueno o malo que la Jefa de Gobierno emule en todo lo que hace el Presidente de la República, es un debate inútil, que en nada abona a mejorar la vida de millones de capitalinos que esperan aun ver ese cambio que se prometió y que al parecer no llega.

A quienes esto si preocupa, es a los que cuidan de la imagen de la Jefa de Gobierno y no han podido lograr en ella su posicionamiento como una verdadera estadista, y quizá por ello buscan aplicar la misma fórmula que ha funcionado con Andrés Manuel López Obrador. Sólo que se les olvida una cosa: que Andrés no es Claudia y que él, lleva años construyendo ese monstruo de identidad y confianza popular que le valió llegar al cargo que hoy ostenta.

En cuestión de afinidad política, la razón siempre sucumbirá al sentimiento, la gente siempre estará de lado de quien le genere simpatía (establecimiento de un vínculo emocional positivo por identificación personal) y con quien se identifique más a partir de sus hábitos y costumbres. Eso, le gusta al mexicano, identificar a su gobernante como una persona común, pobre y sencilla. La propaganda lleva como mensaje el “quiéreme”, a diferencia de la publicidad que es “cómprame”. Esta estrategia parece haber sido la que emplearon sus asesores de imagen para difundir a través de las redes sociales una fotografía que se hizo viral en pocas horas y era la de ver a la Jefa de Gobierno viajar en Metro sin escolta alguna, sin acompañantes y de pie, en un día laboral, algo que dividió opiniones entre quienes se mostraron felices de verse reflejados en su gobernante y los que acusaron un montaje para incrementar la popularidad de la Jefa de Gobierno.

No señores, están mal. Lo que hace falta son acciones, hechos de gobierno claros y contundentes; no una imagen propagandística que es innecesaria. Lo que no se puede lograr con hechos que se traduzcan en beneficios tangibles para la ciudadanía que sigue reclamando seguridad, orden en las calles y mejores servicios, no se sustituyen con una fotografía. Es cierto que la realidad no puede transformarse de la noche a la mañana, pero aunque han sido importantes las primeras acciones de gobierno de Sheinbaum, estas han carecido de impacto, contundencia, de un buen golpe de timón que haga verla como una gobernante con autoridad, como una Jefa de Gobierno realmente autónoma y liberada de la imagen de su álter ego, el Presidente de la República.

¿Cuándo llegará ese cambio? Pese a las buenas expectativas, todo es aún difuso.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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