Si bien es cierto que la sangría del PRD hacia Morena no fue tan copiosa como se esperaba, también es cierto que la partida de cuatro diputados aliados al sol azteca viene a mover el tablero en la Asamblea Legislativa del DF.
Con la salida de los perredistas Víctor Hugo Romo, Beatriz Olivares, Socorro Meza y el diputado del PES Carlos Candelaria, las cuentas ya no le saldrán a Leonel Luna para operar las decisiones vitales en la CDMX.
Si en estos momentos se votara para nombrar al sucesor de Miguel Ángel Mancera, por ejemplo, el PRD y sus aliados lo más que podrían alcanzar serían 42 votos; necesitan mínimo 44 para completar la mayoría legislativa.
Esto quiere decir, en términos llanos, que el jefe de Gobierno no podría imponer a su sucesor. Tampoco podría destituir a Rigoberto Salgado en Tláhuac ni apoderarse de los relevos en Tlalpan y Cuauhtémoc, por ejemplo, pues no le dan los números.
Con esta maniobra, el gobierno también estaría impedido de nombrar a sus anchas a los consejeros del InfoDF, la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la capital e incluso el Presupuesto 2018 para la CDMX, entre otras cosas.
De los diputados que se fueron, la única sorpresa fue quizá Socorro Meza, a quien los amarillos no trataron bien en Donceles y prefirió irse a Morena, quizá también por recomendación de su exreferente Jesús Valencia Guzmán.
Ante este panorama, se presentan dos alternativas. La primera es darles a los diputados chapulines un pedazo del pastel legislativo a cambio de sus votos —a riesgo de que no les cumplan y voten con los pejistas— o, de plano, aislarlos e iniciar contra ellos un ataque frontal desde el gobierno, vía la Contraloría General.
Porque hay que recordar que Romo fue delegado en Miguel Hidalgo y tiene expedientes abiertos, y que la esposa de Candelaria tiene igual otro proceso abierto derivado de su paso por Iztapalapa con Valencia, y se lo pueden acelerar y llevarla incluso a la cárcel. La otra solución sería que los diputados morenos de Ricardo Monreal votaran con los aliados del PRD para darles la mayoría legislativa, ¿pero a cambio de qué? Pues quizá de que Monreal fuera ungido candidato del Frente que PRD-PAN-Movimiento Ciudadano-PVEM y la chiquillada están armando.
Muchos piensan que el costo sería muy alto, pero esos votos se necesitan para quitarle al menos tres delegaciones de las cinco que tiene Morena en la capital, además de garantizar que Mancera pueda imponer a su sustituto.
Una candidatura al Gobierno de la CDMX que pide Monreal sería a cambio de que los manceristas conservaran el control de la administración durante lo que resta del sexenio.
La jugada es difícil; a ver cómo se soluciona.
CENTAVITOS… Y hablando de los morenos, la que ayer cayó cándidamente en una trampa fue la campechana Layda Sansores, inminente candidata pejista a la futura alcaldía de Álvaro Obregón. Resulta que la senadora fue invitada por la tribu de René Bejarano a un evento de apoyo y se lo creyó. Inocente, lo que en realidad busca Bejarano es empezar a apadrinar candidatos para luego vender que son de él, porque en la actualidad no tiene nada en Morena… Claro, además de tratar de colocar sus piezas con los futuros gobernantes para rehacer su grupo. Lo que Layda no midió es que en Álvaro Obregón ya quedaron curados de espanto con el bejaranismo y que, al dejarse envolver por el de las ligas, puede empezar a fracturarse la base que en esa delegación apoya a los morenos.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/09/06/1186462
