Connect with us

Influyentes

Serrano, el perverso

Rodeado de medios a modo, hasta patrocinador de portalitos en internet, disfruta de la alabanza. No le gusta la crítica…

Published

on

Hugo Morales Galván

Es un perdedor de toda la vida. No se le conoce dote política alguna, salvo la chequera de dinero público y el proveniente de la corrupción, para sobornar, chantajear y darse una vida de lujos, que no corresponde con el salario devengado en los cargos públicos que ha ocupado. Tiene una gran virtud: la deslealtad y la traición.

Así es Héctor Serrano Cortés, el pomposo diputado que acaba de dejar el Partido de la Revolución Democrática (PRD), como bien corresponde, con quienes abandonan la embarcación antes de que termine por hundirse.

El fin de semana pasado renunció al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Pero no pidió licencia para alejarse del partido que, según sus propias palabras, ya no lo representa. Sabe que con el escaño podrá vender su voto al mejor postor, y seguirá teniendo la posibilidad de negociar espacios y dinero. Su consecuencia tiene límites, no es un asunto de decir “Es Cuanto”, sino “¿Cuánto es?”, en la usanza legislativa.

Cree ser un estratega político. En los hechos, según investigaciones periodísticas consultadas (Proceso, El Universal, Excélsior, Reporte Índigo, Sin Embargo, por citar sólo algunas), es un mercader. Así lo hizo con Marcelo Ebrard en la jefatura de Gobierno del ex Distrito Federal. Fue encargado del reordenamiento de 12 mil vendedores ambulantes. Una mina de oro. La veta se amplió cuando fue ascendido a Secretario de Gobierno, y sumó a su control los reclusorios capitalinos –vía Hazael Ruiz-. Un enorme poder.

En el 2012, Ebrard dejó la Jefatura de Gobierno para buscar la candidatura presidencial del PRD. Declinó ante Andrés Manuel López Obrador. Supo jugar sus cartas. Hoy, es el Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno Electo, y aspirante presidencial natural para el 2024.

Fantasioso como es, Serrano ya se veía operando en la candidatura presidencial de Marcelo. No hubo tal. Lo que sí hubo fue el triunfo de Mancera en el ámbito local, quien lo ratificó en el cargo. Y vino la noche negra del exilio para Ebrard, desde donde observó cómo su ex secretario de Gobierno se sumó con vehemencia al linchamiento por la Línea 12 del Metro. ¿Deslealtad?, ¿traición?, le preguntaban a Serrano. No para nada, se ufanaba en responder, seguro de que Ebrard estaba más a un paso de la cárcel que de un retorno político exitoso.

La historia se cuenta sola. Ebrard regresó con un enorme poder. Tanto que, si de cobrar cuentas se trata, Serrano estaría a un paso de ser procesado judicialmente por peculado, ni el fuero constitucional lo podría proteger, y menos ahora que Morena lo revertirá con su mayoría legislativa en ambas Cámaras.

Serrano tiene un problema. Nadie lo quiere. Apropiarse de los despojos del PRD con su corriente Vanguardia Progresista, con la chequera abierta y la corrupción como moneda de cambio, le generó animadversión de las otras tribus que disfrutarían verlo procesado judicialmente.

¿Espera que alguien de Morena lo defienda, cuando después de las elecciones del 2015, lo rechazó como interlocutor, y por ello dejó la Secretaría de Gobierno?

Su historial como “operador” político muestra ineficacia: con Ebrard perdió la postulación presidencial; Morena le ganó las elecciones locales del 2015; las vecinales del 2017; la Asamblea Constituyente de la CDMX en el 2017; las elecciones locales, federales y la presidencial del 2018.

Las derrotas no le han impedido beneficiarse política y económicamente. Una investigación periodística documenta cómo él y su familia se han visto beneficiados de cargos públicos y de una acumulación patrimonial, tan natural de un perredismo que se corrompió, como recién dijera Agustín Basave.

Rodeado de medios a modo, hasta patrocinador de portalitos en internet, disfruta de la alabanza. No le gusta la crítica. Un columnista político criticó su medianía política. Creyó que lo intimidaría, con la amenaza de una demanda. El columnista no ha cambiado su punto de vista.

No hace mucho se publicó que por su imagen y vestimenta (pelo teñido engominado, bien recortado, bigotito de los40´s; pulcro en su vestir, uñas cuidadas, maquillado), gusta que lo comparen con Pedro Infante, no con Javier Solís.

Si sus adversarios deciden cobrar cuentas y afrentas, tendrá el gusto de parecerse a su querido Pedrito Infante, no como el justiciero de “Los Gavilanes”, sino como “Pepe el Toro”, con su vestimenta tras las rejas.

Difícil que alguien grite, “¡Pepe el Toro es inocente!”.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

Continue Reading
Advertisement Article ad code

Los influyentes

Twitter

Facebook

Advertisement Post/page sidebar widget area

Recientes