Elena Chávez González
Es tal la ignorancia de la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada Molina, que pretende enviar a los animales de granja que están en el Parque Cuitláhuac al zoológico de Chapultepec: conejos, ponys, gallinas, vacas, burros, cerdos y ovejas.
Empleados sindicalizados que laboran en ese parque denuncian que personal de confianza de Brugada Molina fueron recientemente a realizar un censo sobre los animales que forman parte la granja interactiva que, sobre todo los fines de semana, visitan decenas de iztapalapenses.
Se dio aviso que todas estas especies serán enviadas al zoológico de Chapultepec debido a que la alcaldesa no quiere gastar un solo peso en su manutención, lo cual ya es de antemano grave, pero se hace aún más cuando Brugada no sabe que este tipo de animales no son desconocidos para las familias que asisten a los zoológicos a ver leones, chimpancés, hipopótamos, cebras, tigres, jirafas o gorilas como cuando vivía Bantú, quien se dice murió por malos manejos.
No quisiera ser irónica, sin embargo, será bueno saber si para la alcaldesa de Morena son lo mismo unos pollitos que un elefante, un gallo que un antílope o un orangután. Si es lo mismo un becerro que un lobo americano o un ocelote. ¡Que ganas de seguir fastidiando a los animales!
En su mandato anterior, cuando todavía se vestía de negro y amarillo, los colores del PRD, la hoy morenista demostró que aborrece a los animales, tanto que compró en el mercado negro varias especies en peligro de extinción que sufrieron de maltrato extremo: vivían entre sus propias heces, al aire libre bajo los ardientes rayos del sol o de las tormentas que provocaban se sumieran en lodazales.
También se les encontró en estado de inanición, en extrema debilidad física provocada por la falta de alimento. Eran 21 especies de vida salvaje las que se encontraban en el parque Cuitláhuac, tales como dromedarios, cebras, ciervos rojos y llamas que sintieron el abandono y maltrato.
En aquel entonces, cuando Brugada aceptó el papel de “Juanita” en la obra electoral dirigida por Andrés Manuel López Obrador, y ya como delegada del PRD, la Profepa comprobó que los animales silvestres estaban en pésimas condiciones y la autoridad no contaba con el registro de la dependencia ni con el plan adecuado en el manejo de estas especies.
La señora Brugada tiene casi siete meses al frente de la que hoy se denomina alcaldía y ya le urge deshacerse de los animalitos de granja, primero para no gastar un solo peso en ellos y luego para quitarse responsabilidades ante el crecimiento de organizaciones civiles protectoras de animales.
Los denunciantes comentan que la alcaldesa tiene en mente convertir el parque Cuitláhuac en algo muy parecido a Chapultepec, sobre todo porque tres veces a la semana practica carrera por las noches.
Lo deportista se le aplaude, lo que no se vale es que de acuerdo con los trabajadores sólo durante los días que corre la Brugada en esas instalaciones se ve personal de seguridad, policías de la alcaldía y privados que cuidan que no la molesten los iztapalapenses con quejas o peticiones.
El parque Cuitláhuac que fue uno de los tiraderos de basura durante las regencias priistas es el más grande de la alcaldía, el más inseguro y peligroso para la población y ahora para los animales de granja que si no son aceptados en el zoológico de Chapultepec quien sabe dónde pararán.
Desafortunadamente lo mucho que se logró en bienestar animal durante la pasada administración se está perdiendo a pasos agigantados y se regresa a las viejas prácticas de contratar fundaciones que, si bien realizan algunas esterilizaciones, se inclinan más hacia el sacrificio a petición de la autoridad.
Muy pronto, si no es que ya, estarán las redadas en lugar de políticas públicas a favor de los animales…
