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El descrédito de la política mexicana

Hay falta de identidad partidista de los militantes o de quienes ostentan algún cargo de representación popular…

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Un referente que marca cada vez más de la política es el descrédito de la misma, que ha sido impuesto a pulso por quienes ejercen lo que debería ser una noble profesión.

La política es un arte que conlleva sabiduría, entendimiento, pasión, paciencia, elementos discursivos, debate de altura por causas nobles, consenso y disenso respetuoso, argumentos, propuestas y, sobre todo, respeto. No hay que olvidar que quienes ejercen la política son representantes de la ciudadanía que votó por ellos, porque encontró cualidades, virtudes y creyó en sus promesas de campaña.

Hoy se ve la política como un medio para llegar al poder, bajo cualquier forma, y eso ha pervertido su espíritu genuino; hoy, cuando la gente escucha esa palabra, generalmente la relaciona con algo turbio, llegando al extremo de entenderla ligada a la corrupción.

Son muchos los factores de descrédito de la política, como la falta de cumplimiento a las promesas de campaña, la casi nula atención a los ciudadanos que exigen bienestar así como un mejor entorno social, económico, cultural y político.

Este descrédito fue uno de los principales factores que llevaron a la población a votar el pasado primero de julio por un cambio y vieron en López Obrador y en Morena ese hilo de esperanza que lleve a la sociedad a estar mejor.

Sin embargo, en últimas fechas hemos presenciado diversos actos contrarios a las buenas formas de la política, como la terrible faceta ocurrida en el Senado de la República, cuando en una doble votación se autorizó a Manuel Velasco licencia para poder dejar su escaño y regresar a gobernar Chiapas.

Posteriormente, en la Ciudad de México, en donde se estrena la primera Legislatura de su Congreso local, Morena “facilitó” algunos diputados a diversas fracciones para que ocuparan un lugar más predominante y con ello cambió la correlación de fuerzas políticas.

Habría que revisar la ley electoral para que se tomen en cuenta estos movimientos y los partidos no caigan en sobre representación que a todas luces no guarda proporción con el número de votos que obtuvieron y esto desvirtúa cualquier democracia representativa.

Otro factor de descrédito, que parecería común, es la falta de identidad partidista de los militantes o de quienes ostentan algún cargo de representación popular, toda vez que según las circunstancias políticas brincan de un partido a otro según sus intereses.

El quehacer parlamentario también deja muchas dudas, ya que los debates no son de altura, sino de dimes y diretes, no se respetan las normas y procedimientos legislativos que están ahí para generar un orden parlamentario, y empezamos a ver que diversos partidos abandonan el recinto legislativo para manifestar abiertamente su posición en contra de determinados acuerdos.

Ni qué decir de los antecedentes de legisladores, que a últimas fechas han sido publicados en medios de comunicación. El resultado es, de igual forma, un grado importante de descrédito.

Estos son algunos aspectos que llevan han a la política mexicana a convertirse en un rubro de descrédito. Por ello, me parece que nuestros legisladores deben recomponer la forma de hacer política, aprovechando el resultado electoral. Más que el disenso o buscar aplastar al oponente, siempre es preferente y más en democracia lograr los mayores consensos para sacar adelante las acciones encaminadas a cumplir con las demandas de la población. ¡Pero ya veremos!

*Analista especializado en temas político electorales de la CDMX.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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