A partir de 1997, México dejó atrás el concepto de partido único, primero en la capital del país y, tres años más tarde, en la Presidencia de la República, lo cual significó el fin de 70 años de dominio de una sola fuerza política.
La llegada de la izquierda, ese año, al entonces Gobierno del Distrito Federal, representó un gran contrapeso al gobierno federal que, inesperadamente, se encontró con una oposición fuerte a la que ya no podía dar órdenes; tuvo que negociar.
Eso fue parte del despertar ciudadano que en 1997 votó por Cuauhtémoc Cárdenas para que fuera el primer jefe de Gobierno de la capital, y que en el año 2000 llevó, desde la oposición, al derechista Vicente Fox a la Presidencia
de la República.
Aunque mucho se dice que la derecha también ganó la Jefatura de Gobierno con su candidato Santiago Creel, en las altas esferas políticas se decidió cederle al izquierdista Andrés Manuel López Obrador el triunfo para darle gobernabilidad al país.
De entonces a la fecha, el PAN retuvo una vez la Presidencia de la República, y en 2012 la perdieron con el PRI; en tanto que la Jefatura de Gobierno fue ganada cada seis años por el PRD, lo cual guardaba los equilibrios.
En las elecciones del próximo domingo, el país podría regresar a los tiempos del partido único y nadie sabe si en verdad sea lo mejor, pues quien gane estaría en la libertad de dar un vuelco a la política y la economía nacional, en un marco de turbulencia internacional.
Por supuesto que las elecciones son una competencia en la que todo el que compita busca ganar y tiene ese derecho. De hecho, quien obtenga más votos deberá reclamar y obtener el triunfo, pues así es la democracia.
El tema al que mucha gente se ha referido es la conveniencia de que los mexicanos pudieran seguir manteniendo
ese esquema de equilibrios, a fin de que el gobierno federal, locales, municipales y congresos, se integren entre varias opciones.
Es decir, que los ciudadanos voten por quienes quieran, pero que lo hagan de forma diferenciada hasta donde puedan, a fin de hacer unos gobiernos en los que se incluyan a personas de diferentes filiaciones políticas; que haya equilibrio.
Porque hay mucha gente que tiene como favorito a cierto candidato o candidata; que los apoye, por supuesto. Pero en las posiciones donde no tenga favorito, que se incline por una opción contraria a fin de darle juego a todo mundo.
No se trata de que hagan los acuerdos desde las altas esferas políticas y de gobierno para que negocien con el voto de los ciudadanos, sino que sean los propios votantes quienes definan la pluralidad desde las urnas.
Entre las opciones, hay tres principales que tienen po-sibilidades de ganar, pero ojalá que ninguna de ellas se
lleve todo.
Bueno, eso sería ideal, aunque lo mejor es que los ciudadanos ejerzan su derecho y salgan a votar libremente por quienes ellos deseen.
CENTAVITOS… Aunque en la capital tradicionalmente priva la civilidad en la mayoría de las casillas, la Policía Preventiva de la CDMX ha dispuesto que al menos un uniformado se ubique cerca de cada mesa de votación, a fin de que los capitalinos se sientan seguros a la hora de votar… Y por primera vez, el Gobierno de la capital abre el C-5 para que no sólo las autoridades judiciales o electorales vigilen la elección a través de las miles de cámaras de video que hay en la ciudad, sino que también lo puedan ver los periodistas a fin de que se cubran todas las incidencias.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/los-huevos-en-varias-canastas/1248841
