Lidia Arista y Diego Badillo / El Economista
En un contexto de polarización, el presidente Andrés Manuel López Obrador concluyó el primer semestre de su gestión con alta aprobación. Sin embargo, es similar a la registrada por los últimos tres presidentes en el mismo lapso de sus respectivas administraciones. Ahora enfrenta el reto de mantener esa calificación para el final de su mandato, lo cual se observa difícil, según encuestadores y especialistas en comunicación.
Para el presidente de Consulta Mitofsky, Roy Campos, si se pone en perspectiva la aprobación del presidente, ésta tenderá a disminuir a largo plazo.
Dijo que para el jefe del Ejecutivo federal no será fácil mantener la buena aceptación porque, de entrada, siempre tuvo el problema de estar alto en niveles de aprobación, y hay mayor probabilidad de bajar que subir.
Previó que, en lo que resta del año, será muy difícil que todas las expectativas generadas se cumplan, por ejemplo acabar con la corrupción, una mejora en la economía y que a todos les lleguen los programas sociales que necesitan.
Roy Campos consideró que al presidente no le bastará ser un buen comunicador para mantener los niveles de aprobación actuales.
Por su parte, el director de Parametría, Francisco Abundis, expuso que la alta aprobación del jefe del Ejecutivo se explica por tres elementos: decisiones de gobierno, proyectos por realizar y símbolos de austeridad.
Explicó que la decisión de combatir el robo de hidrocarburos es una de las mejor evaluadas, así como las señales de austeridad que ha enviado.
El director de Parametría formuló que la aprobación de López Obrador en los próximos meses dependerá de dar resultados en tres rubros: combate a la corrupción, seguridad pública y crecimiento económico.
Para el exvocero presidencial, Rubén Aguilar, el hecho de que en cuestión de meses López Obrador haya pasado de 85% a 61% en aprobación es muestra de que cae aceleradamente en aprobación.
Indicó que cuando la sociedad mexicana se percata que el presidente no da los resultados esperados, viene la decepción y con ello la disminución en su aprobación de gobierno.
Rubén Aguilar, puntualizó que generalmente un presidente arranca su administración con altos niveles de aprobación debido a que la sociedad tiende a hacer un “endiosamiento” hacia el hombre en el poder.
A su vez, Claudio Flores Thomas, Director asociado de la consultora en Comunicación Lexia, destacó que la percepción de que el presidente tiene una alta tasa de aceptación es debido a que Enrique Peña Nieto cerró su sexenio muy mal evaluado por la población.
Eso le asegura márgenes importantes de acción política, porque al final esas buenas calificaciones se convierten en capital político, añadió.
Sin embargo, alertó que el presidente López Obrador registra un descenso gradual en sus niveles de aceptación, producto del ejercicio del cargo.
La estrategia de comunicación del ejecutivo es efectiva en dos rubros: la saturación comunicacional que le permite ganar la agenda, y la imposición de temas y las formas de comunicación que impactan en su público objetivo, afirmó.
