Esperanza Barajas
Ante el regocijo de muchos, algunos que ni siquiera eran de Morena, Claudia Sheinbaum anunció la desaparición del cuerpo de granaderos, el día que tomó protesta como jefa de gobierno de la Ciudad de México, dijo que era una demanda del movimiento estudiantil de1968. Aplausos y emociones, melancolía y reclamo de justicia, muchas sensaciones afloraron, 206 días después matiza sus palabras.
El 5 de diciembre de 2018 en el Pleno del Congreso de la Ciudad de México, Sheinbaum Pardo quiso saldar una cuenta pendiente de la izquierda, ella lo llamó como “una obligación moral con la historia”. Recordaba que hace 50 años en ese mismo recinto el presidente Gustavo Díaz Ordaz dijo “hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene un límite” y un mes después vino la masacre de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Entonces la jefa de gobierno hizo su espectacular anuncio: “he pedido al secretario de Seguridad Pública la desaparición definitiva del cuerpo de granaderos”.
En medio de los aplausos de un auditorio mayoritariamente afín, Claudia Sheinbaum dijo que los elementos del cuerpo de granaderos formarían parte de otros agrupamientos, o se crearía uno nuevo “para ayudar a la ciudadanía en tareas de protección civil, que cuide a los más vulnerables y se capacite en tareas de protección ciudadana”.
La presencia del cuerpo de granaderos era un símbolo para la izquierda, pero tomo poco tiempo la transformación.
A casi siete meses de tomar protesta, la jefa de gobierno le encuentra una nueva ocupación a los granaderos, “transformamos el cuerpo de granaderos en dos grupos: el Comando de Operación Especial y las unidades tácticas de auxilio a la ciudadanía”, dijo este fin de semana durante la presentación de la Estrategia de Seguridad de la Ciudad de México. ¿Dónde quedó aquello que iban a colaborar en las tareas de protección civil?
La realidad los alcanzó muy rápido y el nuevo gobierno cambia con ligereza en cuestiones que parecían intransitables en otro momento, como lo hacen todos los políticos, aunque Sheinbaum se diga científica.
A los granaderos, de entrada, sólo les cambiaron el uniforme, los 3 mil elementos que formaban parte de esta agrupación dejaron de utilizar el equipo antimotín, les quitaron los escudos, toletes y cascos. Así salieron a enfrentar concentraciones o desalojos, sorprendió verlos en este nuevo papel frente a quejosos, o rebasados cuando tuvieron que medirse a golpes con tianguistas de Santa Cruz Meyehualco en la alcaldía de Iztapalapa.
Era una buena idea, pero al paso de los meses quedó claro que no fue una decisión que tenía claro el papel que jugaban los granaderos y quien iba a realizar esa tarea de ahora en adelante.
El ejemplo más claro fue cuando a los ex granaderos les dieron la instrucción de impedir la instalación de un tianguis en calle 39 y Ermita Iztapalapa, mercado que ocupa ceras y calles desde hace unos 40 años, más de 200 comerciantes provocaron bloqueos viales y hubo una batalla campal. Apedrearon camiones que transportaban a los elementos de seguridad y hubo varios uniformados heridos. El emotivo cambio de Sheinbaum no previó las lesiones de los policías.
El asunto es que sus palabras y promesas la van a seguir durante los seis años de gobierno, porque en campaña prometió que iba a combatir la inseguridad, hasta la fecha el saldo es negativo; cuando presentó su estrategia de seguridad como jefa de gobierno electa en el mes de noviembre, dijo que no sería necesaria la presencia de la Guardia Nacional en las calles de la ciudad porque tenía confianza que con la fuerza policiaca sería suficiente, pero este fin de semana le dio la bienvenida a este nuevo cuerpo de seguridad.
La retórica de este nuevo gobierno cambia con facilidad, en las líneas del discurso se admite lo que antes era inaceptable, no se toman la molestia de justificar las razones de los cambios, como si apostaran a la desmemoria de la gente. Al final de cuentas saben que la congruencia está muy devaluada por la clase política.
