Mientras son peras o manzanas, el PRD ha entrado a los territorios morenos de Tláhuac y Xochimilco aplicando el mismo modelo de cuando eran oposición, que es el de buscar a los grupos de damnificados y ofrecerles ayuda contra sus gobiernos delegacionales.
Para los ciudadanos, la autoridad primaria —en este caso los delegados— tiene que dar respuesta a sus demandas, por mucho que la mayoría de las veces son temas que no les tocan, ven una ausencia de Rigoberto Salgado y Avelino Méndez.
A los vecinos de esas demarcaciones no les interesa que quien les tiene que dar servicio de agua potable es el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, a cargo de Ramón Aguirre; como la demanda no es satisfecha, le echan la culpa a las autoridades delegacionales.
A esa falta de control de daños se tiene que sumar el abandono en que están tanto Avelino como Rigoberto por parte de su partido, que naufraga en medio de grillas internas por los puestos a las candidaturas del proceso electoral en 2018.
Ese descontrol y abandono lo olió un viejo —aunque es joven— líder perredista como Leonel Luna, quien de plano se metió a esos dos territorios abandonados por la mano de Dios, llevando ayuda primordial a los damnificados, como es la posibilidad de una casa.
Hace un par de semanas se presentó un proyecto para la construcción de casas antisísmicas, hechas con materiales ligeros y a precios económicos para los habitantes de Santa Rosa Xochiac, en la delegación Álvaro Obregón, territorio dominado por Luna.
En un principio ni los perredistas ni el jefe de Gobierno de la Ciudad de México se habían dado cuenta de la mina de oro electoral que les había caído del cielo, puesto que tenían en sus manos la solución a la principal demanda de los afectados por los sismos: un nuevo hogar.
De repente alguien se puso las pilas y se dio cuenta de que ese programa, que arrancó en los dominios de la delegada en Álvaro Obregón, Antonieta Hidalgo, se podía exportar no sólo a otras delegaciones, sino a estados de la República como Morelos, Chiapas, Puebla y Oaxaca, por ejemplo.
Vivo como es, a Luna se le ocurrió que era buen momento para visitar Tláhuac y Xochimilco, zonas que resultaron muy afectadas por los sismos y que permanecen abandonadas por el partido político de Andrés Manuel López Obrador.
Para entrar a esos territorios se valieron de liderazgos territoriales amarillos que han estado trabajando desde la oposición en esos lugares, como Ana Julia Hernández, en Xochimilco, a fin de que el pueblo los aceptara.
Está claro que la intención es minar las bases morenas en ambas demarcaciones, perdidas por el sol azteca en 2015, y recuperarlas como presidencias municipales el año entrante.
Es por eso que Luna empezó a recorrer ambos territorios delegacionales llevando soluciones y no sólo rollos a los damnificados.
Ahí está la ganancia política de los amarillos… y, claro, la ganancia económica para los constructores amigos del gobierno.
CENTAVITOS… Dicen que no hay plazo que no se cumpla y si bien el diputado Carlos Candelaria se alcanzó a quedar con los dineros correspondientes a la fracción del PES para septiembre, en el presente mes ya no podrá cobrar más que su dieta, puesto que su firma para cobrar los cheques fue cancelada y los recursos pasaron al control de su excompañera de partido, Abril Trujillo. Pero Candelaria no sólo perdió el control de los dineros de la fracción, pues luego de ser corrido del partido también dejó de tener los recursos de la representación del PES ante el Instituto Electoral de la Ciudad de México.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/10/13/1194423
