Con el Jesús en la boca anda prácticamente todo el gabinete de Miguel Ángel Mancera ante la amenaza de la Suprema Corte de Justicia de destituir, pero sobre todo encarcelar, por desacato, a los funcionarios.
Luego de la caída del delegado en Venustiano Carranza, Israel Moreno Rivera, por no atender un laudo laboral que ni siquiera fue en su año, todo el mundo se puso a temblar y a actualizar pendientes jurídicos.
Apenas en la tablita se salvaron los delegados Víctor Hugo Lobo, de GAM, y Ricardo Monreal, de la Cuauhtémoc, pero no son los únicos que estaban en capilla.
Dos funcionarias manceristas que ayer estuvieron a punto de perder la cabeza, Rosa Icela Rodríguez, de la Sedeco, y Tanya Müller, de Medio Ambiente, ya pueden respirar tranquilas, pues sus asuntos se solventaron.
Bueno, en el caso de Rosa Icela es un hecho, pues en una secretaria tan joven sólo tenía una demanda, que aunque tampoco le tocó a ella, ya fue resuelta; en el caso de Tanya, sólo es un respiro, pues ayer se salvó, pero hay más casos.
En la actualidad todos los secretarios de Mancera andan con un amparo bajo el brazo por si en sus oficinas ven a unos agentes judiciales esperándolos.
Entre las que tienen que andarse con mayor cuidado son la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado; la del Trabajo, Amalia García, y en una de ésas hasta José Ramón Amieva, por aquello del ajuste de cuentas al interior del gabinete.
Aunque no sólo es la SCJN la que preocupa a los funcionarios, sino la decisión que en unos cuantos días se tomará en el Gobierno de la CDMX sobre la salida del jefe de Gobierno y la llegada del interino.
Entre los secretarios se comenta mucho que sólo hay de tres sopas con la llegada del nuevo: o se quedan o se van o, peor aún, los van.
O sea, si son de la gracia del interino se quedan a cerrar; si se van es que tienen alguna opción en otro lado, pero si los van es que serán echados del gobierno y se quedarán con las manos vacías.
Todos miran hacia la Consejería Jurídica de Manuel Granados o a la Secretaría de Finanzas, de Édgar Amador, pues son las dos instancias que, en cierto modo, tienen en sus manos la suerte de varios demandados.
Por eso a varios de los que ya tienen a donde ir les urge entregar el changarro y librarse de cualquier responsabilidad que pudiera afectar sus planes.
La cosa es qué va a pasar con quienes lleguen al relevo, pues por el solo hecho de tomar las riendas como sustitutos, en automático heredan las demandas y, en una de ésas, hasta a ellos les puede caer la sanción.
La Corte trae estresado a más de uno.
CENTAVITOS… Si de por sí las cosas están rudas en la ALDF para la aprobación de las iniciativas de Ley de Aguas y la de Reconstrucción de la CDMX, una fisura grave en la fracción del PRI complica más el asunto. Desde un principio la diputada Dunia Ludlow cuestionó la iniciativa oficial para la Ley de Reconstrucción enviada por Mancera, por ser notoriamente deficiente, pero una vez que los diputados le metieron mano para dejarla “presentable”, Dunia insiste en que no pasará e incluso desafió no sólo a su coordinador, Israel Betanzos, sino a toda la fracción, de que esa ley se atora. Dicen las malas lenguas que eso se debe a que Ludlow quiere ser diputada federal por Cuauhtémoc, pero como sabe que Diana Barriosno la dejará pasar por el PRI, se ha acercado a Martí Batres —recién los vieron en la Condesa— para ver si poniéndose un poco morena puede llegar a la meta. Dicen los priistas que sus intenciones las sabe hasta César Camacho.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/11/24/1203287
