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AMLO, Echeverría, reelección

La Luna de Miel terminó con el sector empresarial, que se sintió traicionado porque Andrés Manuel les había prometido proseguir con las obras de este grandioso negocio.

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Hugo Morales Galván

La tormenta que se avizora durante los próximos seis años generará riesgos y peligros para la democracia mexicana. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) decidió romper con el empresariado mexicano e inversionistas extranjeros al cancelar las obras del Nuevo Aeropuerto de México (NAIM), con pérdidas para el sector por más de 20 mil millones de dólares.

Falto de decisión para afrontar las consecuencias de la suspensión del NAIM, por la presunción de corrupción que desde un inicio ha tenido las obras, el futuro presidente mexicano decidió escudarse en una frágil y cuestionable consulta pública.

Salvo su fanatismo defensor, en varios niveles, según el cual ahora sí se consultó al “pueblo”, lo cierto es que un cúmulo de irregularidades viciaron este intento. Una consulta preparatoriana habría tenido más de legalidad y tramos de control, que este ejercicio “patito” en defensa de los patos.

La Luna de Miel terminó con el sector empresarial, que se sintió traicionado porque les había prometido proseguir con las obras de este grandioso negocio. Cierto es que se presume una alta corrupción en el NAIM, pero López Obrador se negó a ejercer el poder de 30 millones de votos para tomar la decisión por sí mismo. En consecuencia, caminará su sexenio con una sombra de desconfianza y falta de credibilidad en su palabra. Nadie le va a creer nada.

Decir que al terminar su gestión se retirará de la política y se irá a “La Chingada”, su rancho en Tabasco, carece de veracidad por no será cierto en tanto que al asumirse como salvador de la Patria, buscará prolongar su mandato hasta conseguir el final de su obra y el pueblo sea redimido.

Esa visión simplista es la que permea en el ánimo de López Obrador. Tiene el poder del sufragio, tiene el control del Legislativo y de los congresos estatales para avanzar, llegado el momento, en una reforma constitucional que le permita seguir en el cargo sacrificando a uno sus recurrentes referentes, Francisco I. Madero, sobre el sufragio efectivo y la no reelección.

Pero lo más importante tiene el recurso a modo para justificar que el “pueblo” se lo pide: la consulta pública, que anuncia, será constitucional. Es decir, cubrirá el tramo legal que le permita mantenerse seis años más.

Con más similitudes políticas e ideológicas con el dictador argentino Juan Domingo Perón, Andrés Manuel López Obrador también se acercará a otros personajes como Evo Morales, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Fidel y Raúl Castro, por una sola razón: querer perpetuarse en el poder. Relegirse indefinidamente para cuidar los intereses del “pueblo” y proteger a sus “pobres”.

Esa historia ya la vivimos en México entre 1970 y 1976, cuando Luis Echeverría Álvarez hizo del discurso incendiario su arma de confrontación contra la derecha y el empresariado mexicano.

Personaje al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, Echeverría Álvarez no dudó que bañarse con fraseología de izquierda para justificar actos de represión bajo su responsabilidad (1968, como secretario de Gobernación, y 1971, como Presidente de la República). Y para intentar proseguir en el cargo, hecho que incluso fue reportado por la propia Embajada de Estados Unidos.

Según Wikileaks, Echeverría Álvarez habría intentado no sólo reformar la Constitución para buscar su reelección, sino incluso asesinar al candidato ganador José López Portillo, para por la vía de los hechos, seguir en el cargo.

La confrontación con el empresariado mexicano generó diversos rumores en 1976, como bien relata Soledad Loaeza en su investigación “La Política del Rumor, Noviembre-Diciembre de 1976”, cuando se habló de un posible Golpe de Estado en contra de Echeverría Álvarez, por sus desaciertos políticos y económicos, precedido de dos devaluaciones, y distanciado de las Fuerzas Armadas por inculparlas de lo sucedido en 1968.

Luis Echeverría Álvarez y Andrés Manuel López Obrador tienen en común más de lo que se supone. Surgidos del nacionalismo priista de discurso incendiario y moralismo político de buenos y malos, liberales y progresistas, creen que el poder del mal buscará impedir que consigan la consecución de su obra. Para lograr sus fines, no habrá contemplación para enjuiciar verbalmente a sus opositores y echarlos a la arena del circo romano para deleite de su “pueblo”.

La historia se recicla.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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