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El gobierno que viene

El estilo de gobernar de AMLO, le guste o no a la gente, quedará marcado en la decisión de la base aeroportuaria y definirá los seis años que vienen.

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Alejandro Zúñiga

El futuro presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se metió en un callejón sin salida con la administración política que le ha dado a la decisión, que debió ser estrictamente técnica, de dónde construir el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.

Por tratar de salvar la crítica que lanzó en campaña sobre la forma en que el gobierno federal decidió edificar el aeropuerto de Texcoco, AMLO se metió en un brete.

Ahora, sea en la Base Santa Lucía o continúe la obra en Texcoco, el mandatario electo empieza a pagar muy alto el precio de jugar con esa papa caliente.

En primer lugar, es loable que un gobierno convoque a una consulta pública para tomar decisiones y más si se precia de ser de izquierda.

Pero la de AMLO resultó ser una consulta a modo, deseo y control del promovente.

Además, todavía no es gobierno y ya decidió que su consulta, sin ser legal, sea vinculatoria y, en consecuencia, definitoria.

El problema es que el organizador de la consulta hace las boletas, emitirá los resultados y todavía, abiertamente, inclina descaradamente los dados hacia la opción de Santa Lucía.

En suma, tiene un control total y absoluto del proceso para decidir por la opción que considere más conveniente.

En una palabra, es juez y parte, lo que pervierte la intención popular de la dichosa consulta pública y cancela cualquier posibilidad futura de utilizarla como método democrático o instrumento de legitimación política.

La forma resulta tan antidemocrática que, si ganara la opción Santa Lucía, veremos al AMLO de siempre, que no ha cambiado ni le interesan las reacciones de los mercados, ni de las calificadoras internacionales y menos le preocupa el constante aumento de las tasas de interés que siguen imparables en Estados Unidos y han sido antesala de las crisis económicas en México.

Pero si gana Texcoco la consulta, sabremos también que el futuro mandatario siempre quiso esa opción, pero había que aparentar todo lo contrario, apapachar a los aliados de Atenco, generar especulaciones hasta crispar el ambiente político y destrabarlo con el as bajo la manga de la supuesta democracia participativa.

Cualquiera de las dos opciones, nos mostrarán con certeza cuál será el estilo de gobernar de AMLO y cómo se tomarán las decisiones más relevantes políticas, económicas y sociales del gobierno que viene.

Lo que no calcula AMLO es que ese naipe bajo la manga se habrá quemado antes de iniciar su gobierno y será muy difícil que pueda emplear la misma carta incinerada.

El estilo de gobernar de AMLO, le guste o no a la gente, quedará marcado en la decisión de la base aeroportuaria y definirá los seis años que vienen.

Lo más impresionante de este capítulo inédito en la vida nacional, es que el gobernante electo más fuerte de los últimos tiempos, híper legitimado en las urnas y que representaba la esperanza de cambio democrático para los mexicanos, puede perder su bono antes de asumir el mando, por jugar al revés de lo que predica.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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