Adrián Rueda
Sin el menor pudor, y acostumbrados a perder para ganar, Los Chuchos, Galileos y ADN se salieron con la suya al decretar la desaparición de las tribus y la elección de una dirección colegiada en el PRD, como parte de su pretendida refundación.
En apariencia, la decisión de acabar de una vez con las corrientes, cuyos líderes se apoderaron por décadas del partido, sonaba bien, pues era un reclamo a voces de que los viejos caciques ya se retiraran y dieran paso a los liderazgos jóvenes.
La simulación quedó al descubierto cuando se nombró una dirección colegiada que conducirá los trabajos refundacionales, y que, si bien está integrada por jóvenes, todos ellos representan, justamente, a las tribus que han vivido como sanguijuelas del sol azteca.
Jugada genial de Jesús Ortega y de Jesús Zambrano, en clara alianza con la ADN de Héctor Bautista y hasta con el “traidor” Silvano Aureoles, para que puedan seguir decidiendo presidencias estatales y candidaturas del PRD, pero ahora avalados por la legitimidad.
Con el Congreso Nacional del fin de semana pasado engañaron a todos para robarse de nuevo el partido, pues ahora, sin necesidad de hacer trabajo territorial —que además ni tenían—, pueden tomar las decisiones cupulares a sus anchas.
Contrario a lo que pudiera parecer, los viejos caciques que impulsaron la desaparición de las tribus son los más beneficiados, y quienes han trabajado durante años el territorio se darán cuenta de que tener canicas ya no es tan importante ante las decisiones colegiadas.
No cabe duda que Los Chuchos son pragmáticos y no les importa reducir al mínimo a su partido, si eso los posibilita a poseer unas siglas para hacer alianzas con otras fuerzas políticas —probablemente de derecha— que serán oposición a ultranza de Morena.
Si alguien tenía esperanzas de que el PRD renaciera, ya puede ir preparando un buen sepulcro para el único partido de izquierda que aún se mantiene vivo, pues está claro que, si las autoridades electorales declaran válido el Congreso, habrá desbandada; si no, también.
Quizá eso fue lo que visualizó Héctor Serrano y por eso se fue antes de que alguien lo culpara, no de lo que ha pasado —de eso ya carga su costal—, sino de lo que está por venir, que es una pelea a navajazo limpio; una implosión que autodestruirá al partido.
Y eso impacta directamente a la CDMX, pues los equipos que jalaban con él quedaron de nuevo sueltos y, de inmediato, enfrentados entre sí. En realidad, nunca se llevaron bien, quien los unía era Serrano y hoy que ya no está, cada quien jala agua para su molino.
Ahora los clanes de Víctor Hugo Lobo, Leonel Luna, Mauricio Toledo, Julio César El Nenuco Moreno y Dione Anguiano están obligados a hacer política y buscar acuerdos.
Por lo pronto, una parte jala con Vanguardia Progresista, de Eduardo Venadero, y la otra prefiere voltear hacia Los Chuchos, para hacerles el caldo gordo y legitimar su cacicazgo.
¿En serio desaparecieron las corrientes del PRD?
CENTAVITOS… El desgreñe del domingo pasado fue un tanque de oxígeno para Morena, que entre sus enredos para operar el relevo de Ernestina Godoy en Donceles y el logo pirata que Claudia Sheinbaum presentó como nuevo símbolo de su gobierno, no la veían llegar. Por cierto, independientemente de si es pirata o no el nuevo logo de la capital, en verdad es horrendo y a lo mejor en la mente científica de Sheinbaum represente algo, pero si con eso busca diferenciar su gobierno de los anteriores, los ciudadanos están fritos. Bueno, al menos no le echará la culpa al pueblo sabio mediante una pato-consulta.
https://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/los-gatopardos-amarillos/1279419
