Fernando Díaz Naranjo
Uno de los principales problemas que aqueja a nuestra sociedad, es la expansión de los tentáculos del narcotráfico que, igual que se impregna en la población, parecería que invade al propio estado a través de algunas de sus instituciones.
Muchas notas en medios periodísticos han señalado principalmente a las corporaciones policiales y hasta algunos impartidores de justicia como los principales objetivos estratégicos del narcotráfico.
Sin embargo, en días pasados platicando con algunos colegas me alertaban, a manera de pregunta, sobre los escenarios de que el narcotráfico llegue a incursionar en la política misma de la Ciudad de México. Me explico.
El narcotráfico busca aliados que le faciliten sus operaciones ilícitas y en ello, los que tomas decisiones, nuestra clase política parece ser una línea natural.
Consecuentemente, ¿de qué forma puede el narcotráfico incursionar en la política de la Ciudad de México? ¿Qué ganaría con ello?
En principio, me parece que las formas clásicas que ha utilizado el narcotráfico para otros objetivos ha sido el de la intimidación, las amenazas, y seguramente hasta el secuestro. Al menos estos tres elementos pueden resultar muy perturbadores.
Lo que podría ser atractivo para el narcotráfico, al igual que ha ocurrido en otras latitudes, es ganar poder. El narcotráfico no tiene alguna afiliación o simpatía partidista o por algún candidato. Eso me parece es lo de menos. Lo que seguramente le importa es quien tiene posibilidades reales de ganar. En este sentido, creo que sería posible que los intereses del narcotráfico estarían puestos en los que serían candidatos con posibilidades de triunfo a puestos de elección popular, ya sea para Jefe de Gobierno, alcaldes o bien diputados al Congreso de la Ciudad de México.
El acceso al poder político le brindaría al narcotráfico, utilizando sus malvadas formas que son nota, le servirían para operar sin contratiempos. Podrían alcanzar cierto grado de impunidad en la recepción de droga, en la venta de la misma y hasta de operar con cierta facilidad determinados hechos delictivos.
Por ello, es importante que las autoridades electorales generen mecanismos más consolidados sobre la revisión del ejercicio del gasto con que son financiadas las campañas políticas, por un lado; pero también, que exista una mayor auscultación de quienes serán los candidatos, ya que entre mejores ciudadanos sean, tendremos la certeza de que serán incorruptibles.
Lo que debe de evitarse es que el narcotráfico tome como bandera el ejercicio del poder, que inclusive llegue a profesionalizarse en la búsqueda de especialistas que asesoren quienes tendrían oportunidad de ganar determinado cargo de elección popular, qué partido político o partidos resultarían los más atractivos para apoyarlos en sus campañas y hasta quienes podrían someterse a la presión ejercida por el narcotráfico.
La Ciudad de México es hoy una ventana de oportunidad, sobre todo para el gobierno en turno del que la gente espera mucho.
Por ello, no debemos dejar las cosas para mañana, no hagamos oídos sordos a “cosas” que parecerían comunes como la venta “al menudeo” de la droga en las calles. Nuestra Ciudad Capital debe fortalecerse a la par que debe integrarse una auténtica estrategia para abatir la inseguridad que aqueja a la población.
Con la nueva gestión gubernamental al frente, esperamos que este cáncer del narcotráfico que va de la mano con la inseguridad termine de una vez por todas. Para ello, falta ver acciones concretas, golpes contundentes y no meros discursos.
Todo ejercicio político tiene un tiempo de gracia que algunos han llamado “luna de miel”, pero este lapso de tiempo no es eterno y la ciudadanía nos urge un cambio. Hasta la próxima!!!
