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Los objetivos del juicio del siglo

La sentencia contra el Chapo, tras tres meses de un juicio claramente controlado, lo condena prácticamente a morir en una prisión de Estados Unidos.

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Alejandro Zúñiga

El Estado norteamericano extraditó, aisló y finalmente aplastó a Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, considerado el narcotraficante mexicano más peligroso de todos los tiempos.

Lo más insólito del caso es que el criminal mexicano más buscado, aunque fue detenido en México por autoridades locales, terminó siendo procesado y castigado en Estados Unidos.

La sentencia contra el Chapo, tras tres meses de un juicio claramente controlado, lo condena prácticamente a morir en una prisión de Estados Unidos.

Lo más probable es que pase sus últimos días en el penal de máxima seguridad de Florance, Colorado, considerado el más seguro de Estados Unidos.

No es para menos, después de las fugas insólitas de las cárceles de Puente Grande, Jalisco, y del Altiplano, en Almoloya de Juárez, se convirtió en el único reo que escapó de los dos penales de máxima seguridad que hay en México.

Esa capacidad de burlar, escurrirse, negociar y sobornar a la justicia, aunada a su relación probada con políticos, legisladores, policías, militares y hasta artistas hollywoodenses y locales, terminaron por hacer de “El Chapo” un personaje maniqueo icónico, admirado por muchos y odiado por otros.

Por eso, el llamado juicio del siglo que lo declaró culpable tras 90 días de audiencias, estuvo plagado de símbolos y mensajes que, ex profeso, proyectó la justicia norteamericana.

Lo primero que mostró es que, si alguien agravia al Estado norteamericano, lo paga.

Un poder judicial homogéneo, hermético e impenetrable, diametralmente opuesto a la justicia en México, donde nadie influye ni politiza sus deliberaciones, al menos, de manera pública, se encargó de mostrar a “El Chapo” como un delincuente desalmado y sin escrúpulos.

A lo largo del juicio, trascendieron supuestos sobornos a políticos mexicanos, mandos militares y policíacos, pero nada desvió el objetivo esencial: castigar al culpable.

Lo que no se tocó durante el juicio fueron las operaciones de la DEA en México contra el narco y menos se mencionó si la capacidad corruptora del Cártel de Sinaloa alcanzó algunas autoridades de EU.

Tampoco se dijo nada de cómo ingresa, se distribuye y aumenta el consumo y la demanda de droga en Estados Unidos.

Menos aún se habló de que ese país es el mayor consumidor de droga del mundo y, por mucho, el que presenta más muertes por su consumo, con 52,404 anuales, según un reporte de la ONU de 2018.

Para el gobierno norteamericano la prioridad era encapsular el juicio y mandar el mensaje de que en su territorio no pasa nada.

Por eso no escatimó en invertir 55 millones de dólares en este juicio ejemplar, cuyo jurado inédito incluyó a 12 titulares y 8 suplentes, todos blindados, custodiados y protegidos a ultranza por el gobierno.

Tampoco se habló de las empresas beneficiarias del dinero de la droga ni dónde o cómo se blanquean los miles de millones de dólares que deja este turbio negocio.

Lo cierto es que, con el juicio y castigo de uno de los principales gerentes del Cártel de Sinaloa, no se detiene el trasiego de droga y, todos los días, miles de toneladas siguen llegando a más de 70 países del mundo, en especial a Estados Unidos.

La causa principal de la proliferación del narcotráfico no es el Chapo Guzmán, mientras el gobierno de Estados Unidos no haga nada para frenar el creciente problema de adicción y México no dé pasos firmes para salir de la pobreza y atajar la corrupción, vendrán otros “chapos” y la droga seguirá fluyendo para satisfacer una demanda insaciable. Ya lo veremos.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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