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CRÓNICAS DE LA CIUDAD / ‘El Chapo’, mal alumno del Capitán Fantasma (Primera parte)

A Joaquín Guzmán lo antecede un ladrón con más astucia para escapar de las cárceles.

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Pedro Flores

Joaquín “El Chapo” Guzmán, uno de los antihéroes más reconocidos en México, adquirió fama por escaparse de dosde las cárceles más seguras del país; sin embargo, resulta un simple aprendiz al lado del legendario Santiago Reyes Quezada, mejor conocido como “El Capitán Fantasma”, hombre que aprovechó su malicia y la debilidad humana para fugarse de 10 cárceles.

Como muchos de los personajes que han saltado a la fama por diversas actividades, Reyes Quezada se inició como ladrón de autopartes, allá en Tampico, Tamaulipas, en donde lo conocían como “El Jimmy” y, junto con “El Bisteck”, “El Catrín” y “El Fotógrafo”, constituían una banda que le vendía lo robado a “El Ruidos”, un conocido comprador de chueco de la región.

Con ellos fue a parar por primera vez a la corrección local, de ahí escapó una noche; agarró dormidos a los vigilantes y se deslizó por un pasillo angosto que daba a las oficinas, en donde rompió los cristales y salió por una ventana.

Fue a la casa de sus padres a decirles que se iba a portar bien, y se vino para el Distrito Federal, donde se instaló en un hotel de mala muerte en la colonia Morelos, cerca de las calles Panaderos y Mineros, en donde posteriormente tuvo  guarida y se inició en el robo de joyas.

En los años 30, la crisis económica invadió al DF y se redujo sustancialmente la vigilancia en la ciudad, eso fue aprovechado por los malechores para hacer sus tropelías. En una de esas agarraron a “El Jimmy”, que no supo para dónde correr. Se defendió, pero con el acta 1706/39 fue enviado al tribunal para menores.

Como los internos en esa época no portaban uniformes, Santiago Reyes eligió una tarde de domingo para mezclarse con la visita y de esta manera evadirse. En el pase de lista de la noche, se dieron cuenta de la fuga y sólo la consignaron en un reporte policiaco, y nuevamente volvió a las andadas, pero en ese lapso cumplió los 18 años.

Junto con “El Chaparro”, “El Fotógrafo“ y “El Robusto”, perpetró varios robos, pero un día siguieron al “El Jimmy” hasta Mineros 77 y los pescaron con todo lo robado; esta vez se lo llevaron a la Penitenciaría, donde “le habló al oído” a un vigilante homosexual, quien le facilitó ropa y su salida en un camión de basura. Entonces se fue a ver a sus padres.

La policía sabía que andaba por el norte, en donde aprendió ebanistería y mucho tiempo no supieron de él “oficialmente”, pero escuchaban que junto con José Inés Nieto Herrejón “El Gato” (por su habilidad para escalar bardas), Ricardo Estrada Torres “El Chango”, y otros dos cómplices, robaban coches y asaltaban joyerías en Tampico, Monterrey y San Luis Potosí.

“Qué gusto de verte Jimmy”, le dijo el comandante de la policía de Tampico cuando éste salía de un cabaretucho de mala muerte, y en “fast track” lo metieron a la cárcel local en diciembre de 1942; sin embargo, el júbilo de la Navidad, unos anillos y aretes de oro, y la complicidad de dos celadores, hicieron el “milagro navideño”, y junto con tres secuaces fueron a festejar a Monterey, de ahí él se pasó a Torreón y luego a San Luis Potosí.

En la entidad potosina sólo cometió tres atracos a joyerías, de ahí pasó a Guanajuato y luego a Querétaro, y abordó un autobús para regresar al DF, pero su instinto lo bajó en San Juan del Río; sabía que ya lo esperaban en la terminal capitalina. De ahí se fue a Michoacán, en donde mientras asaltaba una joyería, lo sorprendió la dueña, a quien mató, aumentando con esta acción el tipo de delitos por los que era perseguido.

El crimen alertó a la policía tarasca, y obligó al Jimmy a irse a Guadalajara, en donde después de dos atracos, fue visto junto a una joyería, entonces fue detenido y conducido a la cárcel de Oblatos, ahí, previo soborno a dos vigilantes que le dieron hasta uniforme de celador, pudo fugarse aprovechando la confusión que provocó entre los reos la salida de una “cuerda” a las Islas Marías.

 

Nace ‘El Capitán Fantasma’

Al regresar al Distrito Federal, Santiago Reyes Quezada, meditó sobre un cambio de imagen, ya que sabía que era buscado en muchos estados de la República y no podía mantener  su trabajo” con la misma imagen, así que pensó que a un militar nadie lo molestaría y se le posibilitarían más los hurtos.

De esta forma, al llegar al entonces Distrito Federal, luego de instalarse en un hotelucho en la Morelos, adquirió tres uniformes de capitán del ejército, mismos que fueron pagados con un anillo de esmeraldas. De igual forma, se mandó a hacer una identificación del ejército a nombre de Roberto López Hernández, acompañado de su pistola calibre 38, con cachas pavonadas y cuchillo,  para cualquier emergencia. Así nació “El Capitán Fantasma”.

Delgado, de porte fino, ojos claros, afecto al cigarro, a las mujeres y a los aperitivos, se hizo amigo de muchos dueños de cabarets de mala muerte, en donde llegaba y se sentía seguro porque lo auxiliarían en caso de una emergencia, en tanto convivía y conbebía con las chicas de buen ver y de mal vivir, a quien les dejaba generosas propinas.

Una vez “instalado”, se fue a Mineros 77 por su eterno compañero, José Inés Nieto Herrejón “El Gato”, con quien se fue a robar un auto al que le colocaron las placas P-33-07, y le pusieron el logo de la Secretaría de la Defensa Nacional, y luego de ir a los caldos de “Indianilla”, al caer la noche, decidieron “trabajar”.

Llegaron a la calle de Madero y, luego de un recorrido, vieron su objetivo, el único “pero” era que estaban dos policías vigilando el área. Entonces, “El Capitán Fantasma” les dijo: “Muchachos, hay dos tipos sospechosos a la vuelta, me late que son ratas”.

De inmediato, los viejos genízaros se dirigieron al punto, dejando la Joyería Marilux sola para que fuera saqueada por la pareja de “amigos”.

Al otro día, fue la noticia en todos los diarios, luego de que el dueño, quien fue hospitalizado por a impresión, pusiera en conocimiento de las autoridades el hecho.

Los periódicos destacaban el hecho de que un capitán del ejército había robado 30 mil pesos de una joyería. Los policías fueron arrestados 30 días.

La situación se agravó para las autoridades policíacas cuando la Secretaría de la Defensa Nacional puso el grito en el cielo y hasta acusaron de difamación a la policía, además de exigir la inmediata detención de los mencionados ladrones. Pero a pesar de eso, hubo cuatro robos en los siguientes días.

No todo fue suerte, “El Capitán Fantasma” tuvo una mala racha que se inició en julio de 1948, luego de un cuantioso robo en la zona exclusiva de Coyoacán. Resulta que iba a robar una joyería de la colonia Roma cuando un tipo elegantemente vestido y trastabillando vio que un uniformado estaba a punto de abrir un local con “herramientas”, de inmediato lo amagó por detrás, le quitó la pistola y lo detuvo. El “borracho” era un agente del Servicio Secreto que estaba a la caza de dos ladronzuelos y, sin querer queriendo, se llevó el premio mayor.

“El Capitán Fantasma” fue juzgado de asesinato, bandolerismo y usurpación de funciones, y la mañana del 22 de septiembre de 1948 fue ingresado al Palacio Negro de Lecumberri, a la terrible Crujía “B”, en donde estaban los reos más peligrosos, y fue “comisionado “a la fajina”, o sea, a lavar los baños y todo lo que le ordenaran.

Durante  los tres meses de encierro que estuvo, no le valió hacerse el enfermo ni cortarse la venas, pero siempre tuvo en su mente la huida, por lo que, como siempre, se portó generoso con los vigilantes y en un cambio de muebles de oficina de viejos por nuevos y vestido con un overol, ayudó a la mudanza, y sentado en la parte de atrás del camión se fugó. (Continuará…)

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