Alejandro Zúñiga
El inédito memorándum público que emitió el presidente Andrés Manuel López Obrador, “para dejar sin efecto la mal llamada Reforma Educativa”, fue el tema más mediático y polémico previo a los días de asueto de “semana santa”.
El documento, redactado como manifiesto político y dirigido a los titulares de Gobernación, Hacienda y Educación Pública, fue una especie de guiño a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), para que regrese a la mesa de diálogo de la inminente nueva Reforma Educativa.
El problema del “memo”, es que instruye a sus tres secretarios de Estado a desconocer y dejar sin efecto la mal llamada Reforma Educativa, lo que significa una orden para que violen la Constitución.
Pero el anzuelo fue lanzado y constitucionalistas, opositores al régimen, expertos, periodistas, académicos, políticos y ciudadanos se engancharon y le entraron al juego mediático, donde el presidente se mueve como tiburón en el mar.
Vinieron las descalificaciones, críticas, debates, defensas y ataques en los medios y el “memo” se convirtió en trending topic en medios impresos y electrónicos.
Escaló en redes sociales hasta convertirse en tendencia y reavivó la pugna eterna de este sexenio: “chairos” contra “fifís”, todos ávidos de desentrañar el galimatías, en formato de memorándum, que publicó el presidente.
A la siguiente mañanera, el presidente reveló que su intención era “generar debate” y mandar un mensaje a maestros y ciudadanos sobre lo que piensa de la Reforma Educativa vigente.
Y minimizó el tema: “…es un simple memorándum… pero el objetivo del memorándum fue para abrir debate”.
Uso el término galimatías, porque refiere contenidos confusos, infundados, impropios y en esos términos fue redactado el famoso “memo”, ya que no se funda explícitamente en ninguna ley ni reglamento.
Poco se dijo en los medios acerca de que un memorándum es un simple documento administrativo, de carácter estrictamente interno, para informar, notificar situaciones o girar instrucciones, pero, como nunca antes, el presidente lo sobredimensionó al hacerlo público.
Fue evidente que el “memo” se manejó con rigor noticioso.
El lunes anunció que lo emitiría al día siguiente. El martes, antes de mediodía, lo dio a conocer mediante una videograbación desde su despacho, para darle mayor realce periodístico.
La mañanera siguiente, cuando aumentaban las críticas en contra de AMLO, pretendió minimizarlo: “solo se trata de un memorándum, no es para tanto”.
Pero el “memo” se siguió discutiendo en redes sociales el fin de semana y el hashtag #AMLORENUNCIA fue trending topic número uno sábado y parte del domingo, contra los #AmloElPuebloTeApoya y #ElPuebloEstaConAMLO en segundo y tercer lugar, respectivamente.
Lo cierto es que fue más un show mediático que un recurso para resolver el problema educativo, porque el “memo” es una simple carta de buenas intenciones, sin efecto práctico.
A lo mucho pasará a formar parte del anecdotario de AMLO y su personal estilo de gobernar en la 4T.
La realidad es que no cambia nada, la mal llamada Reforma Educativa aprobada el sexenio anterior seguirá vigente y, como van las cosas, será la misma el próximo ciclo escolar, puesto que el periodo Legislativo termina en seis días.
El primer mandatario puede poner a prueba y ratificar sus habilidades mediáticas, pero eso de nada sirve a los padres de familia, a los maestros responsables ni a los alumnos matriculados en la SEP ávidos de tener clases regularmente.
Los mexicanos anhelamos una Reforma Educativa no punitiva, pero también exigimos freno a los chantajes de un grupúsculo de delincuentes que se dicen maestros, pero responden exclusivamente a una lógica de lucro, prebendas y desdén por la educación en México.
El presidente tendrá que hacer mucho más que emitir un simple memorándum para cambiar la triste realidad en la que está sumida hoy la educación en el país. Veremos si opta por el cambio de fondo, o por el show.
