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Peleas en Palacio…

Si la tríada Yáñez-Ibarra-Gutiérrez es la autora de la radicalidad verbal y la visión enfermiza del Presidente, integrantes del Gabinete dejan registro de su molestia y fastidio por el desgaste político que le están generando a menos de cinco meses de iniciado su sexenio.

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Hugo Morales Galván

Tal vez por eso no quieren a Marcelo Ebrard Casaubón. Porque tuvo la sensibilidad de ofrecer oportunamente las condolencias de México ante los atentados terroristas en Sri Lanka, donde murieron más de 200 personas. No ocurrió lo mismo en México ante la masacre de 13 personas en Minatitlán, Veracruz. El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, dueño de su silencio, no consideró necesario ofrecer un pésame a los familiares de las víctimas.

Ebrard aguantó la embestida de quienes creen que filtró al diario Reforma la carta de López Obrador a España, y sumó un segundo acierto luego de condolerse ante el incendio de la Catedral de Notre Dame, y ofrecer ayuda.

A diferencia suya, nadie del Gobierno Federal supo reaccionar. El sábado de Gloria los tomó de descanso. Si la opinión pública se nutre de percepciones, la percepción es que la violencia está ganando la partida a un AMLO, omiso y silencioso; a una Secretaría de Gobernación desaparecida; y al elefante reumático en que se está convirtiendo Alfonso Durazo, el secretario de Seguridad Pública.

Más de tres horas después del sábado sangriento, el gobernador veracruzano, Cuitláhuac García, se dio por enterado por lo sucedido “en el sur” de su entidad, no quiso ni siquiera nombrar a Minatitlán.

¿Quién aconseja a López Obrador? ¿Quién le asesora? ¿Quién le habla al oído? ¿Es un Presidente sordo? No, no lo es. Sordo no es. Escucha en torno suyo visiones enfermizas que robustecen su alterada visión de lo que ocurre en México. El país se duele de la violencia, que no distingue colores partidistas, y AMLO dedica más del 90 por ciento de sus conferencias a pelearse con fantasmales guerreros neoliberales, conservadores, machuchones, fifís.

Tras la tragedia en Minatitlán, la reaparición pública presidencial fue con un mensaje lleno de odio y rabia. Es necesario preguntar, ¿quién le sugirió responder de esa manera? No fue Jesús Ramírez Cuevas, aún con cierta cordura. Mucho menos la titular de la Segob, Olga Sánchez Cordero, o Durazo, ni Esteban Moctezuma, Ebrard o Alfonso Romo. ¿Quién funge como el ideólogo del Presidente? Si tampoco fue Julio Scherer, el Consejero Jurídico, quien estaba fuera del país –y mandó decir en columnas políticas, esas que no quiere su jefe, que no fue el autor del memorándum que “abroga” la Reforma Educativa–, ¿entonces?

Si hacemos caso a lo publicado por La Jornada el pasado 17 de abril en su Rayuela, dentro de Palacio Nacional hay un “Rasputín· que “hace y deshace a su antojo. La responsabilidad no es de él. Es cosa del Jefe de jefes”. La publicación de este comentario en ese espacio, debió de pasar varios filtros de directivos del medio: confianza y razones del emisor, y convencimiento editorial ante la versión ofrecida. El mensaje es la expresión pública de voces anónimas que se deslindan de las erráticas acciones presidenciales, y muestra la lucha interna que ocurre en Palacio Nacional.

Si nos remitiéramos literalmente al personaje ruso de gran influencia en la familia Romanov pero sobre todo en la emperatriz Alejandra Fiódorovna Románova, alguien estaría utilizando la influencia de Beatriz Gutiérrez, como esposa de López Obrador, para incidir en sus decisiones y mensajes.

Ese alguien se constriñe a dos personas: César Yáñez o Epigmenio Ibarra. Uno, 20 años como acompañante inseparable de AMLO, hasta su boda fifí, pero que despacha dentro de Palacio Nacional con la total confianza presidencial y de Gutiérrez. El otro, enfermizo personaje cuyos mensajes en en redes sociales guardan enorme similitud con expresiones del titular del Ejecutivo.

Ibarra no dudó en atribuir la masacre en Minatitlán al interés de opositores por exhibir políticamente a nivel nacional a López Obrador. Al igual que Yáñez tiene cercanía personal y profesional con la familia López-Gutiérrez. Tanta como de ser de los pocos con acceso directo y permanente en sus espacios personales y privados.

Si la tríada Yáñez-Ibarra-Gutiérrez es la autora de la radicalidad verbal y la visión enfermiza del Presidente, integrantes del Gabinete dejan registro de su molestia y fastidio por el desgaste político que le están generando a menos de cinco meses de iniciado su sexenio. Hay quienes lamentan la degradación de la figura de AMLO, y quienes ensoberbecidos, piden sangre en el ruedo.

El columnas y filtraciones, comienza a hacer agua la embarcación de la 4ta.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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