Patricia Sotelo
Nuestras niñas, niños y adolescentes están percibiendo la violencia como algo cotidiano en su vida porque la sufren día a día, y eso debe alarmarnos.
De acuerdo con los resultados de la Consulta Infantil y Juvenil que realizó el Instituto Nacional Electoral el 1 de julio del 2018, la violencia hacia los menores de edad, sobre todo los más pequeños, se ejerce en los lugares donde más seguros deberían sentirse, que son su hogar y su escuela.
Golpes, groserías y acciones que los hacen sentir mal, es lo que dicen sufrir los infantes.
En la consulta, cuyo objetivo es fomentar la participación democrática de las niñas, niños y adolescentes, participaron 5 millones 600 mil menores de edad, y las preguntas se formularon de acuerdo a tres rangos de edad: de 6 a 9 años; de 10 a 13, y de 14 a 17.
Se les consultó sobre temas como equidad de género, convivencia en sus entornos sociales, discriminación y migración, pero el capítulo sobre violencia y seguridad es en verdad para alarmarnos.
En nuestro país, de acuerdo con los resultados, las niñas y los niños más pequeños son los más violentados físicamente. El 50.7 por ciento de los niños de entre 6 y 9 años y el 37.6 por ciento de las niñas de la misma edad señalaron recibir golpes.
En el segmento de 10 a 13 años, el 56.2 por ciento de las niñas indicaron que el mayor tipo de violencia que enfrentan son las acciones que las hacen sentir mal, y para el 44.7 de los niños, son las groserías. Aunque estos son los porcentajes más altos en el tipo de violencia que sufren, también indicaron que son golpeados en un porcentaje alto: el 43.2 de los niños, y el 21.4 por ciento de las niñas.
Es increíble encontrar en los resultados de esta consulta que quienes violentan a los menores de entre 6 y 13 años de edad son sus propios padres, sus maestros y sus amigos.
En tanto, la violencia que sufren los jóvenes de entre 14 y 17 años, es distinta. Los datos arrojan que el 66.9 por ciento dijo sufrir violencia verbal; el 41.5, física; el 38.8 por ciento, psicológica, y el 9.9, sexual. Los lugares donde dicen que suelen ser agredidos es la calle, el internet e, incluso, algunos, aunque son menores de edad, dicen que en el trabajo.
¿Qué clase de sociedad somos si no podemos brindarle seguridad a nuestras niñas, niños y adolescentes ni siquiera en sus propios hogares? ¿Qué clase de ciudadanos estamos formando para el futuro?
Lo que nuestros infantes y jóvenes nos están gritando es ¡paren la violencia!
Es lamentable, indignante e imperdonable que aún existan padres que agredan a sus propios hijos. Es la peor violencia que pueda ejercerse sobre un menor, ante la que el infante se encuentra indefenso.
Debemos entender que cuando se ejerce violencia hacia una niña, un niño o un adolescente, se daña su desarrollo, porque se ve afectada su educación, su salud, su alimentación, sus emociones. Y como sociedad tenemos que hacer algo. Lo peor que nos puede pasar es considerar la violencia como algo normal, como algo difícil de combatir.
Por eso el Estado debe tomar cartas en el asunto para garantizar que los entornos sociales de los menores de edad sean lugares seguros. Las escuelas se han convertido en centros de bullying, y las calles, en pasillos de la muerte.
La consulta que realizó el INE planteó una pregunta abierta para conocer qué les gustaría que el gobierno hiciera para vivir en un México mejor, y los infantes y adolescentes coincidieron en pedir mayor seguridad, erradicar la corrupción y tener un gobierno honesto, mejores escuelas y becas para estudiar.
La voces de las niñas, los niños y jóvenes deben ser escuchadas y atendidas. El presidente Andrés Manuel López Obrador, los gobernadores y los legisladores federales y locales deben dar cauce a sus reclamos mediante políticas públicas acertivas que les permitan vivir en un México más seguro.
Se trata del bienestar de nuestras niñas, niños y adolescentes, del futuro de México.
