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Hernán, El bufón

El problema del programa de Hernán el Bufón, es que choca con la filosofía del Canal Once, cuyas política de comunicación conciben al receptor como ciudadano y no como consumidor, y apuesta por la cultura, la educación y la construcción de ciudadanía.

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Hugo Morales Galván 

@HugoMoralesG

En la Edad Media el Bufón vestido con llamativas prendas y maquillado, se encargaba de divertir a la Corte con historias graciosas y con chistes, que hacían reir a carcajadas a la nobleza, mientras ésta se atrangantaba con opíparos manjares. Una definición cualquiera, señala también, que se trata de una persona que “hace tonterías o se comporta con poca seriedad pretendiendo ser cómico y resulta ridículo o molesto”. 

En la historia reciente hay un Bufón que está decidido a ser el preferido de la Corte Celestial de la Cuarta Transformación. A diferencia de sus antecesores que lo hacían para ganarse la vida, a éste le pagan para arruinar la vida a adversarios. Pero se les está saliendo de control a sus patrocinadores.

Con o sin ropaje, con o sin maquillaje, Hernán Gómez está dispuesto a competir con su hermano Facundo. Sí, el desagradable cómico ex televiso y ahora en TV Azteca, para ver quién lo hace peor. Facundo dejó constancia pública de su falta de escrúpulos para ridiculizar a personas, todo para levantar su burdo “rating”, con quienes le festejan sus vulgaridades.

Hernán quiere ser declarado el Bufón Oficial de la 4ta. Hasta ahí, nos guste o no, está en su derecho. Se dice amigo de “Andrés” (Manuel López Obrador), asiste a programas donde su intelectualidad queda en entredicho con palabrería de ornato, que oculta su incapacidad cultural. Todo lo remite a buenos y malos, neoliberales y fifís. Bastante ordinario pues. Bajo la lógica de que es persona cercana al poder de la Cuarta, los medios le respetan espacios para que escriba.

Es aquí donde comienza a perder piso. Con la bendición del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, le fue autorizado utilizar recursos e infraestructura del Canal Once para satirizar, ridiculizar y amedrentar a quienes critican el gobierno de “Andrés”. 

El problema del programa de Hernán el Bufón, es que choca con la filosofía del Canal Once, cuyas política de comunicación conciben al receptor como ciudadano y no como consumidor, y apuesta por la cultura, la educación y la construcción de ciudadanía. “Su compromiso con la calidad de los contenidos y su respeto por los públicos, así como su vocación de transparencia y de interacción con la gente hacen de la redefinición de la televisión de servicio público un ideal vinculado al bien común”.

Entre sus responsabilidades, Canal Once ubica el propiciar y acrecentar el interés del público televidente por el arte, la ciencia, la tecnología, la visión sustentable y el deporte nacional e internacional, mediante la realización de contenidos atractivos y la oferta de un entretenimiento de calidad”.

Los domingos a las 22:00 horas el público asiduo a ese canal cultural, esperaba ansioso, la película del Once que, por lo general, había sido recibido premios en festivales internacionales, o retrataba la realidad de otras culturas y países, con un alto nivel de clidad. 

Perdimos el Once. En manos de José Antonio Álvarez Lima, hoy es un canal cirsense del Bufón de la Corte. 

El problema no queda ahí. La falta de claridad política de Gómez lo hace jugar de manera pueril, como vocero de intereses que, paradójicamente, golpean el corazón del gobierno de la Cuarta. 

En una reciente colaboración con el diario El Universal, no dudó en golpear mediáticamente a la titular de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, y a su familia. Hipocresía, mentira, incongruencia, nepotismo. De todo le endilgó a una de las secretarias consentidas de López Obrador, esposa de John Ackerman (otro, beneficiario del Once, con John&Sabina, bodrio olvidable).

Ackerman respondió a Gómez. Si fuera la Edad Media, ambos debieran de haberse retado a duelo. Uno para sostener sus dichos, y otro para salvar el honor el su damisela.

¿A quién sirve el Bufón Gómez? Ya dijo que los blancos con apellidos extranjeros (como si él no lo fuera) conforman la “comentocracia” anti AMLO; se burló hasta el cansancio de Denisse Dresser, intelectualmente inalcanzable para él; amenazó a la diputada Martha Tagle por criticar sus bufonadas; hace uso de la misoginia, esa deleznable cultura donde inicia las violencia hacia las mujeres.

¿Quién le paga, y para qué? ¿Sí será un Burro de Troya?  

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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