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CRÓNICAS DE LA CIUDAD / ¡Chin!… ¡¿Que se fue Armando Ramírez?!

Sus hijos dicen que es un enamorado de la vida, su ciudad y sus barrios, pero, sobre todo, el papá más chingón, amoroso…

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Pedro Flores

¿Que murió Armando Ramírez? No, hombre, qué va, si bien no le hemos visto, es que debe andar buscando a Juan… no el que te agarró atrás del zahuán, sino a aquel tipo en el que se inspiró para hacer “Chin, chin, el teporocho”. Sí, aquel que siempre estaba tirado junto a la legendaria tienda la “Esperanza”, muy cercana a su casa, en Bartolomé de las Casas 11.

Quien diga que está muerto es que no lo conoce, si bien ha sido un tipo introvertido y parco hasta con su familia, ya que no era de muchos apapachos, en sus crónicas y en la tele era otra persona, a la que muchos le halagaron el “que tanto es tantiiito”

Cómo va a morir si siempre ha sido un hombre de trabajo, heredado de don Aurelio, su abuelo a quien en el mundo del box lo conocían como “El negro” Ramírez, casado con doña Teresa, quien siempre lo trajo a raya, sabedora de los peligros de su amado barrio Tepito. Nunca fue al “Río Saja”, la cantina que estaba en la esquina de Bartolomé de las Casas y González Ortega, que estaba muy cercana a la casa de la segunda cerrada De Díaz de León, en donde vivió cuando ya creció y se inició en el mundo de las letras y la farándula. Sólo tenía 20 años, allá en 1972, en donde alguna vez estuvieron juntos Julio Jaramillo, José “El Toluco” López y José “huitlacoche” Medel.

Tampoco se alejó del barrio, lo que le motivó para seguir escribiendo, y plasmó con objetividad la alegría y vicisitudes de padres, padrinos y chambelanes de una “Quinceañera” de la zona, y qué decir de “Los chorrocientos días del barrio de Tepito”, ahí encuera a esa sociedad.

Armando se involucró mucho en lo barrial y siempre buscó mejorar la imagen, de ahí que se involucró junto con casco, Alfonso Hernández, actual cronista de Tepito para fundar el colectivo “Tepito arte acá” en el cual, plasmaron en diversas paredes la evolución cultural del barrio, en 1979.

La explosión que resultó de “Tepito Arte Acá” en la sociedad fue un factor para que las obras de Armado tuvieran mayor relevancia. Hay que recordar que “Chin, chin, el teporocho” fue llevada al cine por Gabriel Retes, y ganó el premio de la Academia Mexicana de Cinematografía en la categoría de “Ópera prima”, y qué decir de “La noche del Califas”, que también fue llevada a la pantalla.

En 1957 a Armando le tocó vivir la inauguración de los nuevos mercados en Tepito, su abuelita tuvo que caminar un poco más para ir a comprar la carne con “Don Pancho”, que estaba muy cerca, y los abarrotes con “Poncho,” el que hacia los cucuruchos con gran rapidez, y luego platicaba sobre esa época.

Los ‘fifís’ y los chairos nacieron en Tepito

Autor irreverente, nunca ocultó su cuna y siempre defendió su estilo de escribir. Cuando presentó su libro “Metronautas” de las entrañas del Metro, comentaba que estaba muy contento porque respetaron su estilo, que lo mejor para escribir es el habla cotidiana sin retoques, incluso el albur es un juego de palabras de doble sentido, con similitudes fonéticas; es un ajedrez mental, y si la rumba es cultura, porque no el albur también.

Además, comentó que a Tepito todo le roban luego otros lo adornan; los fifís y los chairos son vocablos nacidos en el barrio. A quien se vestía muy bien, le decía que era un “Fifí”, y “Chairo” viene del argot de las viejas carnicerías, de quien usaba la “chaira” para afilar los cuchillos, él era el “chairo”, ahora es lenguaje presidencial, como el que la gente se apropió con las palabras.

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