Jorge del Villar
A lo largo de la historia científica, se pensó que estábamos muuucho más predeterminados. Se creía que estábamos predispuestos a ser algo, aunque no nos gustara. Se creía que estábamos encaminaditos a vivir la vida que nos tocara vivir. En la película Ángelo, el bufón africano no quería ser bufón, y el rey de Bavaria no quería ser rey; pero estaban predestinados por lo que se asumía de su genética. Hace apenas un par de décadas se descubrió la Epigenética. Y eso que la genética se empezó a desarrollar desde épocas de Hipócrates.
Antes se pensaba que un sólo un gen del tamaño de la casi nada, te podía pasar a fastidiar la vida entera. Así se entendían las enfermedades no contagiosas. Si tus padres y ascendientes las padecieron, ¡en la torre! Y la genética no sólo te pasaba a fastidiar la salud, sino también la personalidad. Hay ramas de la genética dedicada a estudiar el comportamiento. Es el caso de tendencias extremadamente agresivas o adicciones a ciertas sustancias tóxicas. Y del comportamiento sexual, ni hablamos. Resultaba requete fácil para los infieles culpar hasta a sus tatarabuelos, de su propia promiscuidad oculta. Ahora existe una modalidad de promiscuidad abierta, en donde ambos miembros de la pareja la conocen.
La buena noticia (no tan buena para los infieles) es que la epigenética ha reducido el predeterminismo, sig-ni-fi-ca-ti-va-men-te. Antes se pensaba que el material genético contenido en cada célula, casi casi que determinaba todo lo que nos ocurriría en nuestras vidas. Resulta que la información contenida en los genes se puede volver irrelevante. De acuerdo a la epigenética, lo importante no es la información contenida en el gen tanto como el entorno en el que la célula se desenvuelve.
¿Cuáles son los agentes nocivos en el medio de la célula? Pues no nos hagamos pato, todos los sabemos: el tabaco, el alcohol, las azúcares artificiales, las grasas malas, las harinas refinadas y claro: el ESTRESSSS. El estrés genera químicos nocivos en el organismo como cortisoles y adrenalina. De acuerdo a las investigaciones del Dr. Bruce Lipton, si alguien tiene el gen de alguna enfermedad hereditaria en las células de su organismo; la enfermedad sólo se manifestará si las células de esa persona están rodeadas de sustancias tóxicas. Las membranas de las células, perciben dicho ambiente hostil y como foco, el gen de la enfermedad se enciende. Por el contrario, si la célula está rodeada de un ambiente gentil; el gen jamás se enciende; es como si nunca hubiese existido, por lo que se vuelve irrelevante. Químicos positivos para el organismo son la endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina.=
Dos personajes que han desafiado las leyes de le genética son el Ing. Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Ellos no sólo tienen activo el gen de la longevidad, sino también el de los principios que sustentan el Estado Mexicano. El 26 de junio pasado, hablábamos en este mero espacio sobre la evidente intención reeleccionista en la 4T. Ni dos semanas habían pasado, cuando el Congreso de Baja California había votado ampliar la gubernatura del morenista Jaime Bonilla. El 26 de junio, también platicamos aquí que habría resistencias frente a los intentos reeleccionistas. Pronto salió el Presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, que va por las novena décadas de vida; a proponer la desaparición de poderes en Baja California. Cuauhtémoc Cárdenas, que ha pasado de ser líder moral del PRD a líder moral de México, reprobó estas “ideas, tendencias y pretensiones”. Esos posicionamiento fueron importantísimos para que se sumaran las voces de Tatiana Clouthier, Ricardo Monreal, Fernández Noroña y aunque tardó diez días, Olga Sánchez Cordero.
Con la epigenética, los millennialsya no tienen pretexto de hacer los principios a un lado, y de actuar por mera conveniencia. No importa el origen del que provenimos, todos podemos aspirar la mejor versión de nosotros mismos.
