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INTERSECCIONES / Bajo fuego amigo

Se están revelando más secretos de alcoba entre la Casa Blanca y ramas de Gobierno.

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Fulvio Vaglio

Definitivamente, la vida no es justa. Al estado actual de las cosas, mucha gente ya sabe quién es Robert Mueller; en cambio casi nadie ha oído hablar de Jerome Powell. Y, sin embargo, tienen vidas paralelas que en algún momento se cruzan – como todas las paralelas, si uno les da suficiente tiempo. 

Robert Swan Mueller III es abogado y republicano por tradición familiar; a lo largo de una carrera poco sonada en la Fiscalía General, hizo bastantes méritos (entre los cuales el haber participado en la prosecución de Manuel Noriega) para que George W. Bush lo nombrara director del FBI el 4 de septiembre de 2001 

Quedó en el cargo hasta septiembre de 2013: es decir, que como director del FBI le tocó asistir de cerca, o participar directamente, en los acontecimientos que marcaron el inicio de milenio: las Torres Gemelas, la guerra de Afganistán, la invasión de Irak, la Gran Recesión de 2007-2008, Wikileaks a partir de 2006 y el programa de espionaje de los ciudadanos por parte del gobierno (PRISM) desde 2007 hasta el escándalo de 2013.   

Se hizo fama de un profesional duro, honesto y comprometido con su trabajo; seguramente no de una quinta columna radical en el sistema policiaco norteamericano. Después de que el Fiscal General, Jeff Sessions, se autoexcluyó de la investigación sobre el “Russiagate”, Mueller pareció una alternativa relativamente segura para todos: para respaldar la fama de incorruptibilidad del FBI y para tapar los negocios de la organización Trump. El 17 de mayo de 2017, Mueller recibió el encargo de fiscal especial 

Jerome Powell es el actual Presidente de la Reserva Federal. No tiene una formación formal como economista, aunque ha pasado gran parte de su vida adulta en el mundo de la banca y de la finanza. Se formó como abogado y sus primeros contactos con la administración pública los tuvo como consultor del gobierno en materia fiscal. Siguió trabajando prevalentemente en el sector privado, inclusive después de que Obama lo nombró como uno de los Gobernadores de la Reserva Federal, en 2012. 

Dicen las mala lenguas bien informadas que, en sus seis años como Gobernador de la Reserva, nunca contradijo a su jefa Janet Yellen (Presidenta en cargo desde 2012); en las metáforas bastante engañosas del universo financiero, esto lo clasificaba entre las “palomas (que pregonan tasas de interés bajas, en contraposición a los “halcones” que sostienen medidas deflacionarias rígidas y tasas de interés altas).  

Estos antecedentes hicieron que Wall Street reaccionara con incredulidad cuando Donald Trump lo nombró presidente de la Reserva Federal, el 2 de noviembre de 2018.  La revista Forbes subrayó que era la primera vez en treinta años que un presidente de la Reserva no era confirmado para un segundo término: el predecesor de Yellen, Ben Burnanke (2007-2012) había sido nombrado por George W. Bush y refrendado por Obama; en cuanto al eterno Alan Greenspan (1987-2006), había sobrevivido a los cambios entre Bush padre, Bill Clinton y Bush junior. Esto, de entrada, mandaba un mensaje de continuidad a los ambientes financieros: pase lo que pase, estamos en las manos de profesionales de la economía que saben qué hacer. 

Ahora el mensaje estaba cambiando: en lugar de economistas con una sólida preparación académica y acostumbrado a los debates fuertes, Trump escogía a un personaje formado, como él gusta decir de sí mismo, en el “mundo real” y acostumbrado a acatar las decisiones de sus jefes: a Powell le tocaría apoyar, desde la Reserva Federal, la promesa electoral de Trump de crear milagrosamente empleos y poner préstamos a bajo costo a disposición de todos. 

El noviazgo entre la Casa Blanca y Mueller nunca prosperó y no ha resistido al cambio de mayoría en la Cámara; la devolución del anillo de compromiso podría confirmarse este 17 de julio con la deposición de Mueller frente al Congreso. La unión libre de Presidencia y Reserva Federal también acaba de agrietarse: Jerome Powell se ha opuesto, rotunda e inesperadamente, a la reducción de las tasas de interés, que Trump considera como la indispensable cereza económica en el pastel de su reelección: “ahora es cuando, tuitea Trump; todavía no, contesta Powell, y agrega con firme elegancia: “es peligroso que la independencia de la Reserva Federal sea sometida a presiones políticas de corto plazo” 

Trump ha reaccionado de la misma manera a sus dos crisis sentimentales: foxbusiness.com acaba de revelar que Trump quiso despedir a Powell, no pudo y entonces negó haberlo hecho; lo mismo que con Mueller a lo largo de 2018.  ¿Resistirá Powell la embestida del Presidente o llegarán a una componenda? No hay mucho espacio para las medias tintas: las tasas de interés, o bajan, o se mantienen. Por el momento se mantienen. 

Se están revelando otros detalles del desenfado con que la familia presidencial maneja los asuntos de gobierno. Rex Tillerson, el ex Secretario de Relaciones Exteriores, habría declarado frente a un comi del Congreso que Jared Kushner solía llevar a cabo su peculiar diplomacia “a sus espaldas”; se enteró casualmente de un encuentro entre Kushner y Luis Videgaray, sólo porque coincidieron en el mismo restaurante. Y cuando Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos organizaron el bloqueo a Qatar, en 2017, Tillerson fue tomado por sorpresa, pero Kushner había sido avisado dos semanas antes. A él sí Trump lo pudo despedir, en mayo 2018. 

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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