Carla María Petrella
Con la aparición de Futuro 21, el PRD encontró la ruta para sobrevivir al desastre en que quedó luego de la elección de 2018, tanto a nivel nacional como en la Ciudad de México, cuyos resultados generaron una crisis interna grave de la que el partido no termina aún de recuperarse.
Aunque mucho se quiera denostar a los amarillos y decir que no valen nada, lo cierto es que hay dos cosas que los hacen atractivos a los lobos políticos sedientos de poder y de una plataforma que dé proyección a sus proyectos personales: el registro, que proviene del Partido Comunista, y 422 millones de pesos de prerrogativas para este año.
El botín que representa el PRD no es nada despreciable en un país donde las reglas para crear un nuevo partido se endurecieron con la reforma política de 2014, a fin de complejizar el surgimiento de nuevos institutos políticos.
Sabedores de que tienen ese capital, los perredistas que permanecen lanzaron la convocatoria para crear una iniciativa política que convoque a la ciudadanía a sumarse para enfrentar las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien fue el candidato presidencial del perredismo y llegó a convertirse en una especie de caballo de Troya.
Muy hábilmente, algunas organizaciones respondieron al llamado y hoy son ya parte de Futuro 21. El personaje más conocido de esos cuadros es Gabriel Quadri, el polémico ambientalista que en 2012 fue el candidato presidencial de Nueva Alianza, un ingeniero civil egresado de la Universidad Iberoamericana con una visión bastante pragmática en el terreno político.
Aunque la llegada de Quadri representó una bocanada de aire para el perredismo, hoy este hecho tiene enfrentados a sus dirigentes, pues unos lo apoyan incondicionalmente, mientras que otros, con una visión más social, han externado sus diferencias hacia el ex candidato presidencial, en temas como educación, financiamiento de partidos, agenda de la diversidad y de las mujeres.
Quienes conocen cómo funciona el PRD saben que la elaboración de acuerdos y documentos internos es complicada justamente debido a las diferentes visiones que se tiene sobre diversos temas, aunque al final siempre se llega a un acuerdo o se logra una mayoría que impone la agenda. Sin embargo, a un personaje como Quadri, acostumbrado a las deliberaciones más unilaterales, le resulta difícil encontrarle sentido a tener mesas de trabajo y discusiones donde participen por igual hombres y mujeres.
Más allá de las diferencias de fondo que existan entre Quadri y algunos sectores del PRD, el problema que varios ya vieron es que si no le meten freno al activista ambiental, éste les comerá el mandado y en una de esas hasta los deja sin partido.
Una prueba de que en el PRD están dispuestos a hacer todo con tal de sobrevivir fueron las declaraciones que hace unos días hizo su representante ante el INE, Camerino Márquez, quien afirmó que en el proceso de transformación que tiene su partido “todo es posible que suceda”: cambio de nombre, de colores y por ende de estatutos, principios y hasta de línea política.
Algunos dirigentes con presencia territorial fuerte se oponen a dejar que Quadri tenga manga ancha y decida todo sobre el futuro del PRD, y en tal escenario a finales de agosto el partido tendrá un Congreso Nacional para modificar sus documentos básicos.
Uno de los filtros que los perredistas le pusieron al ex candidato presidencial para poder incorporarse a las filas de lo que resulte de Futuro 21 es la cantidad de afiliaciones que logre, sin embargo pocos están mirando la línea política que pretende imponer.
Si con el apoyo de perredistas Quadri logra imponer cambios sustanciales, como nombre, color y línea política, el PRD desaparecerá, para dar paso a un nuevo instituto político, y quienes sobrevivan a la metamorfosis correrán el riesgo de ser traicionados y después simplemente echados.
