Carla María Petrella
Por años a Martí Batres la suerte le sonrió. Estuvo a su lado desde los años en que era un volantero, y siguió allí para ayudarle a ocupar posiciones cada vez más altas en los partidos en los que ha militado, pero sobre todo cuando comenzó a ocupar cargos en el gobierno de la Ciudad y llegó a ser diputado. Lo ayudó más incluso durante los años de gloria del PRD, poniéndolo al cobijo de uno de los líderes más importantes en la Ciudad: René Bejarano. Pero de unos años para acá pareciera que esa suerte ha ido dejando de favorecerle.
En sus más de 30 años de trayectoria, Batres no ha dejado de presumir sus inicios políticos, cuando era estudiante de secundaria. Se convirtió en pupilo de Bejarano y militó en su corriente política hasta que decidió romper con él a consecuencia de los video escándalos, aunque gracias a él, a Bejarano, fue que llegó a ser diputado, presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa y luego presidente del PRD en la Ciudad.
Por años Batres a estado del lado de los ganadores, y gracias a ello ha podido escalar posiciones políticas; llegó a ser diputado, secretario de gabinete y senador. Pero la suerte comenzó a fallarle cuando quiso ser candidato a jefe de gobierno por Morena, aspiración que debió posponer para cederle el paso a Claudia Sheinbaum, quien contó con el respaldo del fundador de Morena y hoy presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Con todo, haber sido de los primeros en salir del PRD le trajo recompensas, ya que el año pasado se convirtió en senador e incluso presidente del Senado, pese a las confrontaciones que tuvo con Ricardo Monreal. Pero la semana pasada el exgobernador de Zacatecas finalmente se impuso, logrando arrebatarle esa presidencia con el argumento de la paridad de género, un tema del que Martí siempre que puede presume de respetar.
La reacción de Batres era de esperarse, pues siempre que pierde se queja y desconoce el proceso. Ahora, frente a Monreal, lo que perdió, además de la votación, fueron también las formas, con lo que hizo patente el poco compromiso y respeto que tiene hacia el juego político y hacia las mujeres, aunque este último aspecto ya se le conoce muy bien, pues en más de una ocasión se le ha acusado de incumplir con el pago de pensiones a sus hijos y exesposas.
Contrario a lo que muchos puedan creer, especialmente sus adversarios, a Batres ni se le puede ni se le debe dar por muerto. Su salida de la presidencia del Senado le abre las puertas del gobierno federal, siempre y cuando se serene, respire y actúe con la cabeza fría, no con el hígado. Nadie ve al exlíder estudiantil del CU y exsecretario de Desarrollo Social de Macelo Ebrard como un senador del montón que se conforme con su curul. Por el contrario, ahora tiene todas las posibilidades y pretextos para buscar una secretaría o un cargo en el gobierno de López Obrador.
Ahora que se acerca el informe de gobierno y que se hacen evaluaciones del gabinete es buen momento para que Batres levante la mano y comience a cabildear con el presidente la posibilidad de ocupar un cargo. De entrada, podría ser la subsecretaría de Gobierno a cargo de Ricardo Peralta, quien en la última semana dio tumbos con las reuniones que realizó con grupos armados que dicen los gobernadores de Michoacán, Guerrero y Tamaulipas, son del crimen organizado.
La posibilidad que hoy tiene Batres es amplia y puede ayudarle a allanar el camino en el logro de sus aspiraciones de convertirse en jefe de gobierno, para lo cual tiene ya una alianza con la jefa de gobierno, y cuenta además con el control del Congreso de la Ciudad, por vía de su hermana Valentina.
Así que no, a Batres no se le debe dar por muerto. La suerte se alejó un poco, pero es posible que no lo abandone si sabe reencauzar el camino y logra colocarse en una posición desde la que construya su candidatura para encabezar el gobierno de la ciudad, cargo con el que sueña desde hace años, tal vez desde que era adolescente y repartía sus primeros volantes.
