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Ser permisiva no es ser demócrata

Bajo la consigna de “no represión”, la actual administración del gobierno de la Ciudad de México ha permitido marchas y plantones intermitentes en diversos puntos de la ciudad…

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Lorena Osornio

Bajo la consigna de “no represión”, la actual administración del gobierno de la Ciudad de México ha permitido marchas y plantones intermitentes en diversos puntos de la ciudad. Si bien es un tema delicado el equilibrar la manifestación social con la libertad de tránsito y la gobernabilidad, lo cierto es que el ser tan permisivo es una luz verde para grupos radicales que exceden los límites inherentes de una protesta social.

Al abordar este tema resulta inevitable referirse a los disturbios y actos vandálicos -para algunos desproporcionados-que observamos el pasado viernes en el marco de la marcha feminista contra la violencia de género. La causa que abanderó dicha manifestación sin duda es legítima, justa y necesaria, ya que es un hecho que la violencia contra las mujeres existe y, gracias a la visibilización que se ha hecho de ésta, actualmente es posible enterarse de crímenes atroces y abusos en contra del género femenino que no datan de las últimas fechas sino de mucho tiempo atrás.

Si lo anterior lo sumamos al contexto actual donde la violencia y la delincuencia se han incrementado; la impunidad es una constante en la impartición de justicia; y la clase política oportunista ha visto en la causa feminista una posibilidad de lucrar, puede comprenderse por qué estas posturas radicales han ido permeando varios movimientos sociales que, a su vez, se han venido imponiendo dentro de la dinámica social doméstica.

Pero este movimiento no es el único ni mucho menos el primero en radicalizar sus protestas, pues en los últimos años hemos presenciado cómo un sector del magisterio y diversas organizaciones campesinas, han hecho a un lado al gobierno y emplean la capital del país como el objeto de su descontento y campo de batalla contra ciudadanos, policías e incluso objetos inanimados como el mobiliario urbano o fachadas de edificios privados y gubernamentales.

Y claro, para los políticos es más fácil ser permisivos con este tipo de manifestaciones que hacer algo por solucionar las causas que les dan origen. En el caso más reciente de la protesta radical, donde más allá de las pintas y el vandalismo empleado por un sector feminista, hubo decenas de ciudadanos agredidos y hasta heridos que, tanto algunos medios de comunicación, como los autodenominados líderes de opinión o influencers y por supuesto los políticos oportunistas, pasaron por alto. Unos privilegiaron las pintas y rayones, mientras que otros justificaron el vandalismo y agresiones empleadas, pero ninguno se preocupó mínimamente por aquellas personas a las que descalabraron, sufrieron cortaduras, o se les vertieron aerosoles y productos químicos en cara, ojos y vías respiratorias; o en aquellas personas que sufrieron daños en su patrimonio.

Esto sin duda fue la mayor muestra de lo que podemos esperar de la actual administración: NADA. Porque quiere decir que si un día usted o yo vamos transitando por cualquier calle de la ciudad y tenemos la mala suerte de cruzarnos en el camino de una manifestación no pacífica, seremos víctimas potenciales de agresiones a nuestra integridad física y emocional, así como el riesgo de sufrir daño en nuestro patrimonio, sin la mínima garantía de que podamos acceder a que se nos haga justicia, pues expresamente la jefa de gobierno ha anunciado que no se tomarán acciones en contra de este tipo de actos.

A la jefa de gobierno hay que explicarle que ser permisivo no es ser democrático, es simplemente tomar la salida más fácil a costa de menospreciar derechos de terceros, dejando incluso de aplicar la ley a quienes la violentan, rompiendo con ello el de por sí débil estado de derecho que poseemos actualmente. Estar al frente de un gobierno implicará siempre tomar decisiones que pueden ser impopulares, pero siempre anteponiendo el orden y la gobernabilidad en aras del bien común de la mayoría de la sociedad.

Así se demuestra una vez más que Claudia Sheinbaum gobierna en función de lo popular que pueda llegar a ser y no en función de hacer prevalecer el orden y la gobernabilidad en nuestra ciudad que, de hecho, es su obligación institucional.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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