Sin necesidad alguna, pero atendiendo las indicaciones presidenciales, Ricardo Monreal Ávila, coordinador parlamentario del grupo senatorial de Morena, buscó todas las formas de relevar a Martí Batres al frente de la Mesa Directiva en Insurgentes y Reforma.
Hace algunos lustros, fue el panista Diego Fernández de Cevallos quien acuño la frase del “Fuego Amigo”, cuando se trataba de grillas internas de un partido político, en el marco de la lucha por el poder interno.
Así, el zacatecano Monreal tuvo que recurrir a las chicanadas para arrebatar una de las posiciones políticas más importantes o la de mayores reflectores a Martí Batres, también de Morena, quien le quedó a deber a su presidente, al no lograr los objetivos como la revocación de mandato, o el retiro de fuero para los políticos de alto nivel, entre ellos del mismo Presidente de la República.
Mala la estrategia de quien haya sido el autor intelectual del golpe de Estado en contra de Batres, pues bien o mal querido, el ahora ex presidente de la mesa directiva tenía su grupo, y lo respaldaba, al grado que Monreal tuvo que recurrir a cinco senadores de Encuentro Social, a quienes mandó traer a la votación, para que le dieran las cuentas y así lograr el objetivo de imponer a la senadora Tabasqueña Mónica Fernández Balboa, como presidenta de la mesa directiva.
Fueron varios los caminos, las negociaciones y los mensajes directos y públicos que se lanzaron Monreal y Batres en busca de lograr sus respectivos objetivos, el primero de imponer a la tabasqueña y el segundo de permanecer al frente de la mesa directiva senatorial.
Eso podría ser una más de las muchas luchas que se dan al interior de los grupos parlamentarios del PRD y ahora de Morena, pues ellos mismos, han señalado que las tribus, las corrientes internas de esos partidos quieran o no, las acepten o no, existen y ejercen sus respectivos poderes para tomar el control.
Como todo partido en el poder, Morena ha sufrido desgaste, no solamente desde las bancadas legislativas por intereses legítimos y por diferencia en su forma de pensar a la hora de plantear el rumbo de los trabajos legislativos, sino también con motivo de la renovación de su dirigencia.
Monreal Ávila es un viejo lobo de mar en la grilla, él mismo participa también en el debate por la dirigencia nacional del partido, pero es que a Monreal lo último que le interesa es quedar bien con López Obrador, es lograr el control del partido Morena, pues de la próxima dirigencia que se elija en el mes de noviembre, dependerá el apoyo que pueda recibir quien sea el próximo candidato presidencial para los comicios de 2024.
Pareciera que es un asunto muy lejano, pero desde ahora se están co- locando uno a uno los ladrillos para la construcción de la candidatura presidencial del zacatecano, quien ha tenido que aguantar vara, ha tenido que lidiar contra candidaturas, como la de Claudia Sheinbaum, para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
Y qué es lo que quiere, si ha sido senador en tres ocasiones, si ha sido diputado otras tantas veces, si ha sido gobernador de Zacatecas y si ha estado en los más altos niveles de la política nacional, lo que busca es la Presidencia de la República y no ha dejado pasar un solo detalle que pueda frustrar sus anhelos.
Por lo que hace a Martí Batres ya fue derrotado y es que a mal árbol se arrimó en busca de sombra: Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, también quería ser removido, pero aquí por intereses de los panistas y resultó mal árbol, porque él nunca estuvo en peligro.
Ambos compartieron una foto a la que le agregaron un comentario que decía “Contra el Golpe”, pero el caso de Muñoz Ledo es muy diferente, ya que él mimo argumentó que los panistas no podrían hacer nada para quitarlo de la conducción de las sesiones del pleno camaral, pues los blanquiazules solamente representan 15.45 de los diputados y Morena, con sus aliados alcanza 72 por ciento del pleno.
