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Economía para Principiantes

Endeudarnos sí es una opción

La pandemia nos ha colocado en una situación de máxima vulnerabilidad.

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Imaginemos un escenario familiar. Un padre, una mamá, dos hijos y la suegra, es decir, una familia mexicana promedio, en la que todo parece dentro de la normalidad. De pronto, la madre, que es quien más aporta recursos al hogar, recibe la noticia de que, debido a que la empresa en la que trabaja está atravesando momentos difíciles, sufrirá una reducción significativa a su salario, lo que la enfrenta a dos alternativas: aceptarlo, o renunciar.

Paralelamente, uno de los hijos y la suegra enferman de un virus desconocido, lo que coloca a la familia en un estado de desánimo y pesimismo. No solo enfrentan una crisis económica, si no que, además, la salud les pega en el ánimo. El padre de la familia, además de llevar años desempleado, no puede salir a buscar trabajo, porque debe estar a cargo de los cuidados de salud de los enfermos.

Los egresos de la familia se dividen en dos: los gastos fijos e ineludibles, y los gastos variables. Dentro de los primeros, se encuentran el pago de los servicios, y los pagos de los muchos créditos con los que han podido allegarse de sus bienes muebles. En el segundo grupo, están gastos que pueden modificar o incluso suprimir. Por ejemplo, pueden cancelar Netflix o pueden dejar de comer carne 5 veces a la semana y sustituirla por un algo más económico.

La crisis económica solo podría resolverse si la familia fuese capaz de generar más ingresos, es decir, si la madre recibe un aumento salarial, si el padre encuentra trabajo remunerado, o si la familia recibe una herencia inesperada. Otro escenario plausible es el de reducir los gastos hasta empatarlos con los ingresos, lo que resulta imposible dadas el aumento en los costos de las medicinas para la suegra y un hijo. En ese mismo sentido, la familia podría eliminar lo que destina al pago de transporte y alimentos del hijo que asiste a la universidad.

Ninguno de los escenarios parece atractivo. No se puede gastar menos sin poner en riesgo a la familia. Tampoco será posible generar más ingresos, ya que la crisis es generalizada. Nos queda una tercera opción, la que parece estar vetada por amargas experiencias familiares: pedir prestado. Nadie quiere hacerlo porque en el pasado las experiencias fueron terribles.

Tal como le sucede a la familia, el país se enfrenta a un dilema similar. La pandemia nos ha colocado en una situación de máxima vulnerabilidad. Nuestras obligaciones económicas siguen siendo las mismas y nuestros ingresos no, lo que nos enfrenta a soluciones dolorosas: gastamos menos, ingresamos más (aumentar los impuestos parecerían la única forma de hacerlo); o pedimos prestado lo suficiente para compensar los efectos de la crisis.

Tiene la razón el presidente al afirmar que durante años el país se endeudo de manera irresponsable y corrupta, pero también es cierto que nunca habíamos enfrentado un reto similar, y eso nos obliga a buscar alternativas, y pedir prestado, es una de ellas, aunque no nos guste.

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