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Economía para Principiantes

Las buenas, las malas y las peores sobre la inflación

Existe el consenso de muchos economistas de que no hemos llegado al nivel más alto.

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Les tengo una buena y una mala noticia: la inflación de la primera quincena de septiembre se
redujo con respecto a la quincena previa. La mala es que esa reducción es en realidad del 0.01 por ciento, es decir de 8.77 pasamos a 8.76. Sin embargo, a pesar de esa reducción, existe el consenso de muchos economistas de que no hemos llegado al nivel más alto. Trataremos de explicar sin tanto rollo, el porqué.

Existen algunos bienes cuyos precios son mucho más volátiles que otros y ello haría que la cifra inflacionaria global, pudiese no estar reflejando de una manera precisa la evolución de los precios.

Derivado de ello, en nuestro país, el Banco de México introdujo el concepto de inflación
subyacente en su Programa Monetario para 1999 y empezó a publicarlo regularmente en 2000. Es un concepto analítico de mucha utilidad que sirve entre otras cosas para vislumbrar la tendencia de mediano plazo de la inflación de una manera más precisa.

Hay quien dice que el hecho de que se introdujeran los conceptos de “inflación subyacente” y su contraparte la “inflación no subyacente”, confunden a la gran mayoría de la gente -lo cual
considero que es cierto-, porque al final de los casos la gente puede decir “a mí no me importa si es o no subyacente, el hecho es que los precios siguen subiendo. La inflación es la inflación”

Comencemos por definir que en cualquier economía existen aumentos de precios focalizados y aumentos de precios generalizados. Pongamos un ejemplo. Zacatecas es el principal productor de frijol en nuestro país. De pronto las condiciones climatológicas se ponen muy complicadas, y la producción termina por ser de una tercera parte de lo habitual. La consecuencia es que habrá menos frijol disponible, lo que encarecerá su precio. Pero como ese fenómeno climatológico solo afectó a Zacatecas, no influirá en las cosechas del jitomate en Sinaloa o del arroz en Morelos, entonces se trata de un caso aislado de un producto de los tantos que existen.

¿Cómo podemos hacer que la gente comprenda que el aumento en el precio del frijol no
necesariamente refleja un fenómeno inflacionario? Para ello se desarrolló el concepto de
“inflación subyacente”. Cuando echamos en una bolsa esos precios atípicos por diferentes
razones, lo que nos queda es una medición diferente del precio de los productos, a la que
llamamos “inflación no subyacente”.

Es decir, cuando a la inflación le introduce el concepto de “subyacente”, en automático se excluye a los factores más volátiles y que, en teoría “distorsionan a la inflación”.
Ya les dimos la buena y la mala, pero falta la peor: En la primera quincena de septiembre, la
“inflación subyacente continuó aumentando su nivel y se ubicó en 8.27 por ciento a tasa anual, su variación más alta desde septiembre del 2000. Para explicarlo tenemos un ejemplo claro: los precios de los alimentos procesados aumentaron 13.27 por ciento, la cifra más alta desde 1999.

Y Los no procesados como la cebolla, ha aumentado su precio en un 90% este año. Mientras la
inflación subyacente no se estabilice y continúe en aumento, la perspectiva es que la inflación en general seguirá aumentando, lo que obligará a que se tomen decisiones de política económica más drásticas, como nuevos aumentos en las tasas de interés, tal y como seguirá sucediendo, al menos durante algunos meses. Lamento transmitirles esas malas noticias, de nuevo.

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