Tras los ataques mediáticos que desnudaron una parte delicada de sus negocios, la mayoría hacia el interior del PRD y del Gobierno de la CDMX se pregunta: ¿a qué hora se cayó Alejandra Barrales como candidata a suceder a Miguel Ángel Mancera?
Aunque nadie les ha dicho que ya no va, las señales de que el gobierno capitalino la ha dejado sola son evidentes, al grado de que muchos interpretan que sus posibilidades se cancelaron.
Por ejemplo, si aún fuera la candidata de quien mueve los hilos políticos en la ciudad para Mancera, se tendría que haber visto, cuando menos, al contralor Eduardo Rovelo Pico declarando que nada ilegal ha encontrado a Barrales durante su gestión en Educación.
Las fuerzas ligadas a la Jefatura de Gobierno tendrían que haber salido públicamente a hacer patente el respaldo y el cobijo hacia la presidenta nacional del PRD, pero todo el mundo se escondió.
Y lo hizo porque ninguno de ellos recibió la indicación del operador político de Mancera de que había que defender a Alejandra; la dejaron a su suerte y fue acribillada… y falta más.
La presidenta nacional del partido fue exhibida por sus millonarias propiedades, entre ellas un departamento de un millón de dólares en Miami, además de juicios mercantiles en contra por cantidades realmente pesadas, entre otras cosas.
En el seno del gobierno y del partido se piensa que Barrales fue víctima de fuego amigo; o sea, que el ataque vino de adentro y más precisamente de fuerzas incrustadas en la CDMX.
Mucha información en su contra inició en diversos portales de información digital y algunos se preguntan quién tiene el control de la mayoría de ellos, por eso es la duda.
Si quien tiene el control de esos portales y funge como principal articulador político del gobierno local, no ha dado indicaciones de defender a Alejandra, para muchos quiere decir que ya no es la opción para la candidatura a gobernante.
Antes de irse, todos adentro del gabinete mancerista tenían claro que la entonces secretaria de Educación capitalina estaba siendo perfilada para la sucesión; nadie tenía dudas porque, incluso entre los propios perredistas, la veían como alguien de ellos. Pero vino la insistente invitación a presidir el PRD nacional y ahí comenzó su declive.
Más de uno le recomendó no aceptar la oferta —a pesar de la importancia del cargo— por las condiciones adversas en las que llegaría. El partido estaba dividido y las tribus disputaban los espacios, por lo que se preveía que no le iba a ir nada bien. Desoyó esas voces y aceptó presidir su partido; hoy sus bonos van a la baja, su descrédito a la alza y sus posibilidades se esfuman.
CENTAVITOS… La escena ocurrió ayer por la mañana en un café cercano al Metro Xola, donde Martí Batres llegó a saludar a una funcionaria que tomaba café con un periodista. Atenta, la funcionaria le presentó al comunicador, quien le tendió la mano, pero el líder de Morena en la CDMX se negó a estrecharla: “No doy la mano a calumniadores”, dijo Martí. “Yo sí”, respondió el periodista, aún con la mano estirada. Batres se puso rojo, apretó las mandíbulas y se retiró; el periodista era un servidor.
Y cuento esto —que a muy pocos interesará— porque cuando Martí presidía el PRD capitalino y en una sesión fue atacado a sillazos, se refugió atrás del escenario y se cubrió con una persona que lo sacó por la parte posterior para ponerlo a salvo: era también yo. El líder de Morena tiene todo el derecho de saludar o no a quien desee, faltaba más.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/04/05/1155965
