Connect with us

CDMX

La política del déjà-vu

El ataque con misiles a Siria en la madrugada del sábado, más que una amenaza de tercera guerra mundial, parece una farsa orquestada entre potencias para que la situación quede sin cambios.

Published

on

Por Fulvio Vaglio

Dicen los que saben, que el déjà vu es un corto circuito de la memoria: una sinapsis colapsa, confunde presente y pasado, y la mente se hace bolas: te convence de que ya estuviste allí, ya lo sentiste, ya lo viste: igual, o casi igual.  Son momentos mágicos en que tienes la impresión de rozar la eternidad, o de quedar atrapado en un ciclo.

En México, estos ciclos suelen ser sexenales y coincidir con las campañas presidenciales. En España, a falta de renovación periódica de la familia real, la sensación del ciclo desaparece y es sustituida por la inmovilidad de un sistema político cuyas sinapsis colapsadas eternizan el escándalo: por ejemplo quién falsificó más curricula, si Cristina Cifuentes del PP o José Manuel Franco del PSOE; pero también están los desaires entre la reina actual y el rey anterior, o nuevas elecciones en Cataluña.

En Italia, donde no hay familia real, la inmovilidad es cíclica, con un presidente de la república cuyo retrato cambia cada siete años en las paredes de las embajadas y de las oficinas públicas, pero que no cuenta; en cambio, el gobierno cambia en promedio cada año, con la rapidez pasmosa, tan rápida que parece inmóvil, del autismo.

De este lado del charco, las elecciones presidenciales norteamericanas se suceden regularmente cada cuatro años desde aquel fatídico 1788, con un ciclo intercalar, también cuatrienal, para la renovación del Congreso. Y eso nos lleva a 2018 y al último déjà vu hasta ahora: el bombardeo de instalaciones militares en Siria en la noche entre viernes y sábado por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.

El inicio de la tercera guerra mundial, resaltaron los títulos más amarillistas; el regreso de la guerra fría, dijeron otros, más cuidadosos. Ya estuvimos allí el año pasado, con el intercambio de amenazas entre Kim Jong-un y Donald Trump y la patética comedia de errores del presunto ataque nuclear a Hawái.

Un embuste de los norteamericanos, clamaron los rusos: en Duma no hubo ataque químico por parte del gobierno sirio; el bombardeo del viernes por la noche fue injustificado y sólo sirvió para desestabilizar todavía más al Medio Oriente y darle nuevas armas ideológicas al terrorismo islámico. Aquí, también Putin invoca un déjà vu: la mentira de los arsenales nucleares iraquíes, con la que la administración de George W. Bush quiso justificar la invasión de Iraq.

Que el ataque químico de hace una semana en Duma fuera cierto o no, el antecedente de Iraq refuerza la desconfianza y confunde el panorama; lo mismo puede decirse del carácter multinacional del ataque estadounidense de anteayer: ¿quién lo aprobó? ¿quién lo segundó? El Congreso norteamericano no fue interpelado, aunque esta manera de actuar de Trump ya no sorprende: cuando no gobierna por twitter, lo hace por decisiones ejecutivas unilaterales.

Y ¿los aliados históricos de Estados Unidos? El jueves 12, cuando todavía la respuesta al presunto ataque químico del gobierno sirio estaba en veremos, y cuando los expertos de la OPAQ estaban camino a Damasco, la Francia de Macron y la Gran Bretaña de May habían apoyado una ofensiva “demostrativa” antisiria; la Alemania de Merkel-Schulz se había disociado y lo demás países de la Unión Europea, al parecer, no habían sido consultados.

Todo parece indicar que Trump “madrugó” a sus aliados y ellos respondieron como dios les dio a entender: el ejército ruso ha declarado que “no hay pruebas” de que la aviación militar francesa haya tomado efectivamente parte en los bombardeos del sábado: no sabríamos si esta admisión deba tomarse como una prueba de fair play o como un intento de forzarle la mano a Macron.

Mariano Rajoy ha manifestado que España fue “informada” del ataque a Siria; obviamente, en la jerga diplomática “informar” no quiere decir “consultar” ni, mucho menos, “pedir consenso”.  Los italianos no han declarado nada, entre otras cosas porque no tienen gobierno todavía.

Así estando las cosas, el ataque a Siria parece otro exabrupto de Trump. De 103 misiles supuestamente lanzados la noche del viernes, rusos y sirios dicen haber derribado más de setenta. En teoría, inclusive una treintena de misiles debería haber provocado un daño considerable y, según los altos mandos militares norteamericanos, el potencial sirio de producir armas químicas ha quedado completamente destruido (según los rusos, no existía), pero las demás capacidades bélicas han quedado intactas “para no comprometer el equilibrio general” en la región: todo sin pérdidas humanas, ni civiles ni militares, ni sirios ni aliados.

El sábado, Trump se ha apresurado a precisar que el ataque siempre se pensó como una acción “de una sola noche”; como suele suceder con los one-night stands, todos ganan o, por lo menos, es difícil saber si alguien perdió. Ganó el terrorismo de ISIS que ahora tiene un arma ideológica más; ganó Putin que puede jactarse de haber infligido a Trump una derrota diplomática además de tecnológico-militar; pero a su manera también ganó Trump, que se ha confirmado como hombre fuerte frente a sus seguidores.

Dos otros vencedores vienen de la ultraderecha europea: Nigel Farage del UKIP y Marine Le Pen en Francia se han presentado como campeones del sentido común: ¿no hubiera sido mejor, se ha preguntado la presidenta del Frente Nacional, esperar a que el pánel de expertos de la ONU confirmara si efectivamente Bashar al-Asad había usado armas químicas en Duma, antes de ordenar el ataque?

* Semiólogo, analista político, historiador y escritor.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

Continue Reading
Advertisement Article ad code

Los influyentes

Twitter

Facebook

Advertisement Post/page sidebar widget area

Recientes