Por Erick G. Fierro Alcántara
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Hace 50 años, México vivió una de sus peores tragedias nacionales en el corazón de la Ciudad, específicamente en Tlatelolco, donde decenas de jóvenes estudiantes fueron abatidos a manos del gobierno del Presidente Díaz Ordaz, mientras se manifestaban en la llamada “Plaza de las Tres Culturas”.
Es y seguramente será, el más triste y cobarde recuerdo que tengamos por querer acallar las voces de jóvenes en la participación política de nuestro país, pero también es y será un honor para los jóvenes políticos, honrarlos con nuestro actuar cada vez que debamos alzar la voz para hacernos escuchar.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional Electoral, la participación política de los jóvenes se encuentra en un tendencia constante en ascenso elección tras elección, ya sea como electores o como candidatos, los jóvenes hemos ido aperturando espacios para el diálogo y la concertación dentro de los propios partidos como una forma de vivir la democracia desde casa.
Ha sido con nuestras acciones como hemos demostrado que estamos listos para empezar a formar un mejor país y una mejor sociedad desde nuestras manos.
Cuando hablo sobre juventud, siempre traigo a mi memoria lo ocurrido aquél 19 de septiembre del año pasado, en el que decían que las generaciones jóvenes eramos apáticas con el entorno y vivíamos detrás de un escritorio consultando nuestras redes sociales.
Todos aquellos que lo dijeron tuvieron que callar algunos días después. Noticieros plagados de videos y fotos de agradecimiento a los jóvenes que participaron en las labores de remoción de escombros; líderes de brigada jóvenes que eran quienes marcaban la pauta de los rescates; jóvenes que cargaban en sus autos material para ayudar a la reconstrucción en diversas zonas de la ciudad y del país entero; grupos de jóvenes varados a mitad de la noche en la salida a la carretera México-Cuernavaca, con sus maletas llenas de herramientas en la mano, pidiendo “aventón” para dar ayuda en las zonas afectadas de Morelos; escenas verdaderamente conmovedoras. ¿Quién se atrevió a llamarnos justicieros de escritorio?
Hoy se viven nuevos momentos, en los que los jóvenes hemos entendido que la nueva revolución se da en el mundo de las ideas, de los pensamientos, de alzar la voz, del diálogo y el respeto mutuo, hemos entendido que la consecuencia final de la violencia siempre genera mas violencia y que de eso ya estamos bastante rebasados en nuestra ciudad y nuestro país.
La juventud política, no debe ser sólo una edad, sino un necesario y permanente ejercicio de transformación.
No nos callan, no nos doblan y no nos agachan, esa es la nueva juventud de México, la que deja vida y alma ante la tragedia de un sismo, la que sabe hermanarse por una causa antes que hacerlo por un partido político, la que es autocrítica pero tambien constructiva, la que reconoce y valora nuestras instituciones porque sabe que todos somos parte de ellas, la que da todo por México y sólo por México.
Gracias a aquellas generaciones, como la de 1968, somos nosotros hoy el comienzo de una nueva historia en la vida política joven, gracias a su audacia y tenacidad hoy podemos participar de las decisiones que darán nuevo rumbo a la historia; no tengan duda alguna, dejan a México en muy buenas manos, en manos de los jóvenes.
