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CDMX

¿Quién manda, ‘el pueblo’ o el poder?

El beligerante discurso contra las Fuerzas Armadas desapareció.

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Por Hugo Morales

La aplastante victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador y la derrota de una mediocre oposición le quita cualquier contrapeso formal, pero hace surgir a peligrosos actores políticos y económicos que privilegiarán sus intereses sobre aspiraciones democráticas de quienes salieron a sufragar por Morena y sus aliados en julio pasado Con el poder del voto, López Obrador goza de una privilegiada legitimidad que le permitiría avanzar en sus propuestas de gobierno. Sin embargo, su confusión entre Gobierno y Estado le hicieron perder el rumbo de lo deseable y lo posible.

Aún sin ejercer el cargo, comienza a recibir bofetadas de realidad de quienes mandan formal e informalmente en nuestro país.

Los llamados poderes fácticos aglutinados en espacios de la economía, de las finanzas, de inversionistas, de la radio y la televisión, e incluso poderes reales contemplados por la Constitución, como son las Fuerzas Armadas.

Peligrosa es la falta de una oposición política fuerte. Ese vacío de poder lo cubren esos poderes ilegales a los que López Obrador llegó a calificar como “la mafia del poder”. La oposición política no sólo no digiere la derrota, sino que no está dispuesta al sacrificio autocrítico.

Siendo así, ¿quién va a contener las ocurrencias de López Obrador?: Quienes ejercen el poder real. O como dijera el Subcomandante Marcos (hoy Galeano), los dueños de la hacienda. El capataz tendrá que obedecer.

Así es. Con el Aeropuerto, los hombres de negocios y los más ricos de México le leyeron la cartilla: el NAIM va, y hazle como quieras. Entonces se sacó de su clásica chistera una consulta pública bajo su control, sin tener facultades para hacerlo. La Constitución marca las pautas para que una autoridad pública la convoque, y AMLO sigue siendo un particular reconocido como presidente electo, pero sin más atributos que ese. En síntesis, no habrá aeropuerto en Santa Lucía. Será el NAIM, que en campaña prometió cancelarlo.

Las Fuerzas Armadas mostraron su poder y le quitaron las bravuconerías con que, desde hace años, y durante la pasada campaña electoral, golpeó a uno de los más poderosos poderes fácticos con rango constitucional: el Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina.

Sólo era cuestión de días para que el ocurrente presidente electo entendiera que, con ese poder ni él se podía meter. El Secretario de la Defensa Nacional y de la Fuerza Aérea, General Salvador Cienfuegos, y el de la Marina, Almirante Vidal Soberón, lo citaron en sus oficinas. Le dejaron en claro que ambos, sólo acuden a Los Pinos, como dice un especialista en seguridad.

El beligerante discurso contra las Fuerzas Armadas desapareció. Si en su código político personal no cabe la palabra humillación, alguien se lo debiera de explicar. Lo que los militares lograron fue humillarlo. Lo obligaron a ser él quien anunciara que las FFAA no se retiran de las tareas de seguridad pública; que la Policía Federal es incapaz de frenar a la delincuencia organizada; y que no se deroga la Ley de Seguridad Interior. Como dijera una revista política, López Obrador se “cuadró” ante el poder castrense.

Atrás quedó la locuaz idea de crear una Guardia Nacional donde se concentrarían las FFAA y cuerpos policiales bajo un mando civil. No habrá Guardia Nacional y los militares se someterán sólo al poder formal de la Constitución.

La figura del político tabasqueño se aminora y aún no ejerce gobierno. Sus redes de defensores callan ante lo inevitable. El personaje se quita el disfraz y muestra tal como es. Un personaje que miente y manipula, por si fuera poco, la autora intelectual de esa feroz red de golpeadores digitales, Tatiana Couthier, se bajó del barco…

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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