Por Pablo Trejo Pérez
En su más reciente comunicado de prensa, el Banco de México anunció que, debido a que “la política monetaria adoptada por este instituto Central para mantener ancladas las expectativas de inflación de mediano y largo plazos, aunada a los compromisos fiscales y ala resiliencia que ha mantenido el sistema financiero, han contribuido a que la economía mexicana esté en mejor posición para enfrentar escenarios adversos, y debido a que la tendencia esperada de inflación subyacente continúa siendo descendente, la Junta de Gobierno ha decidido por unanimidad mantener el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día, en un nivel de 7.75%”
Como ciudadanos comunes, la pregunta obligada sería ¿y esto de qué nos sirve? Para responder esta pregunta, pondremos sobre las mesas algunas consideraciones: en primer lugar, debemos destacar la importancia que tiene la inflación en nuestra vida cotidiana. Partamos desde el principio básico del consumidor; para sobrevivir en el mundo en que vivimos, necesitamos consumir diferentes productos, y para poder adquirirlos, esos productos tienen un precio determinado en el mercado. Para que un producto llegue al mercado, llámese este como se llame -tienda departamental, tianguis, tienda conveniencia, etc.-, se requiere de la participación de muchos eslabones en la cadena productiva. Si se trata de un producto agrícola, por ejemplo, el precio de cualquier producto en su lugar de origen es diferente al precio de ese producto en su punto de venta, ya que para que eso suceda se necesita, por ejemplo, transportarlo.
Si el precio de la gasolina aumenta, quien transporta las mercancías exigirá un precio mayor por sus servicios, lo que necesariamente se verá reflejado en el precio final que paga el consumidor. Lo mismo sucede si aumenta el precio de la energía eléctrica que suministra a los sistemas de riego, o el del gas que mantiene la temperatura de algunos invernaderos. A ese aumento de precios, lo conocemos como inflación.
La inflación es una especie de impuesto directo que castiga na todos los consumidores, por lo que mantener niveles bajos es esencial para mantener niveles de consumo que permitan el crecimiento de la economía. Ahora bien, existe una relación directa entre los niveles inflacionarios y las tasas de interés. Si la inflación se dispara al alza, los ahorradores exigirán mayores tasas de interés para depositar su dinero, ya que no tendría sentido tener dinero en el mercado financiero, si este perdiera el poder adquisitivo en lugar de registrar ganancias. De otra forma, sería mejor mantener el dinero bajo el colchón, lo que ocasionaría que los bancos no tuviesen dinero para prestar, y como consecuencia, el consumo y el PIB se irían en picada. Y en sentido inverso, si se aumentan las Tasas de interés para incentivar el ahorro, la mayoría de los ciudadanos no estarían dispuestos a hacer uso de los créditos, porque se volverían impagables, y eso también daría como resultado, que nuestra economía registrara caídas importantes.
Por todo lo anterior, las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que no se incrementarán los precios de los energéticos, resulta una señal positiva en las expectativas inflacionarias, lo cual se ha visto reflejado ya en la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado, la cual refleja en muchos sentidos, el estado de ánimo de los principales inversionistas del país. Como lo mención amos anteriormente, la aprobación generalizada del proceso electoral del mes pasado, el regreso a la renegociación del TLC, el respeto a la autonomía del Banco de México y las expectativas sobre nuestra economía en el corto plazo, están generando las condiciones necesarias para una transición ordenada y en tranquilidad, como es lo deseable en cualquier democracia moderna.
Sin embargo, el camino no está libre de escollos, y las críticas por algunos nombres que asumirán responsabilidades en el nuevo gobierno; la incertidumbre sobre la confección del próximo Presupuesto de Egresos, la descentralización administrativa anunciada y el adelgazamiento burocrático, son temas que de no resolverse adecuadamente, pueden generar incertidumbre y presiones a nuestra economía, por lo que el reto será cumplir con las expectativas de la ciudadanía, a la vez de mantener la confianza de los dueños del dinero. Parece difícil, pero no imposible.
