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Los límites de Morena

Desde antes de que se supiera que López Obrador había ganado las elecciones, cuando el panismo lo atacó diciendo que era un peligro para México, todos, o la mayoría de los mexicanos, pensamos que podría convertirse en otro Hugo Chávez, en Venezuela…

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Martín de J. Takagui

Nada de lo que ha prometido el presidente Andrés Manuel López Obrador, ni siquiera lo que ha firmado, como el compromiso de no reelegirse para después de 2024 tiene un valor vinculatorio. La ley es la que manda, pero la fuerza de la democracia siempre se impondrá.

Desde antes de que se supiera que López Obrador había ganado las elecciones, es más, desde que nadie pensaba que podría llegar a la Presidencia de la República, cuando el panismo lo atacó diciendo que era un peligro para México, todos, o la mayoría de los mexicanos, pensamos que podría convertirse en otro Hugo Chávez, en Venezuela, u otro Evo Morales en Bolivia, quienes buscarían perpetuarse en el poder.

Cuando finalmente logró el triunfo electoral, muchos seguimos pensando que su interés sería ese, pero su forma de actuar siempre lo ha demostrado y aunque anunció públicamente que firmó el compromiso de no reelegirse, seguimos pensando que no es real, pues tampoco lo obligaría a evitar un cambio en la Constitución que lo llevara a esa posibilidad.

Sin embargo, las condiciones políticas del país, la forma en que se ha desarrollado la Cuarta Transformación en este inicio de sexenio, ya nos deja ver algunos rasgos de lo que sucederá dentro de cinco años, pase lo que pase con esa minuta de la Cámara de Diputados que el bloque opositor busca detener para evitar que se apruebe la revocación de mandato, considerada la apertura de la puerta para la reelección.

Hay que ver quiénes podrían ser los sucesores de López Obrador y ahí tendríamos la clave para saber lo que sucederá. Si buscamos a quienes son más capaces políticamente, a quienes cuentan con un capital electoral y político, quienes están en edad de soportar los embates del poder durante los próximos 12 años, la verdad es que la lista se reduce a muy pocos de los colaboradores.

Por edad, podríamos descartar a Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados que tiene 85 años de edad; Manuel Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad, quien suma 83 años; Javier Jiménez Espriú, Secretario de Comunicaciones y Transportes, con sus 81 años, Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación con 72 años; Alfonso Romo, jefe dela oficina de la Presidencia de la República, con 68 años de edad y Carlos Manuel Urzúa Macías, secretario de Hacienda y Crédito Público, con 63 años de edad.

Hay otros que no cuentan con las tablas para una candidatura presidencial por obvias razones podrían “darse por muertos”, como lo diría el propio López Obrador, pues además de no contar con un capital político, su trayectoria no les ayuda.

En esas condiciones, el gabinete presidencial con aspiraciones a la Primera Magistratura del país se reduce a dos viejos lobos de mar, a quienes han sorteado las peores tormentas, quienes al igual que el propio López Obrador han militado en el partido Revolucionario Institucional.

Se trata del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon, quien tiene 59 años de edad y del Coordinador parlamentario de Morena en el Senado, Ricardo Monreal Ávila, de 58 años de edad, ambos han gobernado sus estados natales, Distrito Federal y Zacatecas respectivamente, son experimentados legisladores y tienen capitales políticos de primer nivel.

Con esas experiencias, con esos antecedentes, con sus capitales políticos, difícilmente habrán de hacerse a un lado en la carrera presidencial de 2024, ambos serían los primeros en limitar a López Obrador en esa clase de aspiraciones, pero además saben que contarían con el respaldo de muchos millones de mexicanos para evitar que el presidente se perpetúe en el poder.

De Ricardo Monreal ya es evidente que existe un distanciamiento con el presidente, como lo documentamos en la pasada entrega de este mismo espacio, de Marcelo, aunque no se han visto los desencuentros, es claro que no ha defendido a AMLO, por ejemplo, en los casos de las cartas exigiendo disculpas al Papa Francisco y al Rey de España.

Hay que ver. El arranque de esta carrera presidencial ya se vio, lo importante es ver si en el camino habrá zancadas, golpes bajos, traiciones y exhibiciones. Para los mexicanos será una espera y una competencia interesante por demás.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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