Javier Ramírez
Como era de esperarse, tras el arrebato del Presidente López Obrador de declarar desierta la licitación de la refinería de Dos Bocas, -pues no le gustaron ni los presupuestos ni el tiempo de ejecución presentado por las empresas-, le llovieron críticas y cuestionamientos, pero sobre todo, generó gran preocupación.
El viernes, al día siguiente del anuncio, -que el PAN calificó de demencial-, y que expertos de todas las áreas cuestionaron no sólo la decisión, sino la posibilidad de concluirla, el Mandatario quiso salir al paso con ejemplos de obras que construyó durante su administración como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y que según él, se dijo que era imposible de hacerse.
Y aquí fue donde las preocupaciones se volvieron angustias, pues se confirma que el tono de su administración no será buscar soluciones, ya no de innovación, acaso de actualidad.
El Presidente de la República recordó que él fue quien comenzó la construcción del segundo piso del Periférico, y hasta se permitió reclamar que después le copiaron, pero mal, porque los hicieron de paga; poco más y suelta el típico remate de “para enriquecerse”.
Pero habrá recordado que ese copión es ahora su secretario de Relaciones Exteriores, y sí, hay versiones de que fue para enriquecerse porque los empresarios constructores a punto estuvieron de tirar la toalla por el alto porcentaje que exigían los funcionarios como pago de cuota.
Pero de regreso al 2001, cuando el entonces Jefe de Gobierno anunció la construcción de lo que actualmente se conoce como el tramo libre del segundo piso del Periférico, no fueron pocas las posiciones que explicaron hasta el agotamiento, que esa no era una solución para mejorar la movilidad ni la calidad del aire en la Capital del País.
Pues al final, el único “beneficiado” era el usuario de auto particular, pues se construían espacios para ellos y no había inversión en transporte público.
Esto, sin considerar que tampoco hubo estudios de proyección sobre el impacto de esas construcciones, es decir, jamás se detuvieron a pensar qué es lo que seguía tras el funcionamiento de estas vialidades a los cinco, diez, quince año o más.
Una revisión rápida de la historia del segundo piso de López Obrador siendo Jefe de Gobierno muestra una ruta para su construcción, cuando menos, cuestionable.
El arranque de obra fue en febrero de 2002, el anunció lo hizo a finales de 2001, y junto con él, ya tenía lista la instalación delFideicomiso para el Mejoramiento de las Vías de Comunicación (Fimevic), el organismo que fue el encargado del financiamiento para la construcción.
Pero en mayo de 2001, es decir, apenas a seis meses de haber tomado el cargo, ya estaba elaborado el documento Del nudo a la red. Problemas de movilidad en la ciudad de México y soluciones integrales, donde se hacía un diagnóstico de la problemática por el predominio del auto sobre al transporte público, de las condiciones de operación de éste, su desarticulación, y las consecuencias en la salud por la contaminación.
El estudio concluye, luego de evaluar beneficios y objeciones, que la construcción del segundo piso, -no mejorar el transporte público-, era “prioritaria”.
¿Resultados a modo a través de cuestionables estudios?, quizá solamente tenían “otros datos”, aunque estos fueran completamente distintos a la terca realidad.
Y sí, López Obrador hace posible lo imposible, no importa el costo, pues al final, según consta en una respuesta a una solicitud de información con fecha del 2 de octubre de 2008 con el número de oficio FIMEVIC/OIP/171/08, el costo de su segundo piso fue de casi 6 mil millones de pesos.
Al momento de la conclusión la inversión oficial se fijó en 2 mil 257 millones de pesos, y nunca le sumaron ni el IVA, ni el costo de las obras inducidas, o no programadas, en un intento por maquillar el gasto real.
Piquete de ojos
El miércoles pasado, el líder de los diputados morenos en San Lázaro, Mario Delgado, subió un video en su cuenta de Twitter donde aparecía, -horas antes de aprobarse por segunda ocasión la reforma educativa-, flanqueado por los diputados de Morena que el 24 de abril habían votado en contra de dicho dictamen.
Luego de unos minutos, lo bajó.
Aparecer al lado de ellos se interpretó como el perdón y la bienvenida al redil, cuando todos sus compañeros de bancada los tachan de traidores y auguran su muerte política.
