Pablo Trejo
En repetidas ocasiones, hemos sido críticos sobre los pronósticos presidenciales sobre el crecimiento de nuestra economía. Incluso, en este espacio hemos planteado que el Producto Interno Bruto, no puede crecer por decreto presidencial, ya que los componentes que lo integran son muy claros y relativamente sencillos de cuantificar.
Derivado de ello, y de la clara tendencia a la baja de algunas de las variables, es que importantes actores del análisis económico, han pronosticado descensos sensibles en las proyecciones de lo que creceremos éste y los años venideros. Recientemente, la ANTAD reveló cifras que resultan ser comparativamente menores a lo que los particulares gastaron en sus establecimientos en periodos anteriores, lo que en los hechos representa un termómetro real de la baja en el consumo privado.
Por otra parte, la inversión privada, se ha contraído a raíz de la cancelación del aeropuerto de Texcoco y a la incertidumbre provocada por algunas medidas económicas tomadas por el Ejecutivo, aunado a que día a día crecen los rumores de que en breve se anunciarán recortes en el gasto público, derivado de una recaudación menor a lo esperado.
Afortunadamente, cuando todo parece nebuloso, casi al final de la semana pasada, se dio a conocer que la balanza comercial de mercancías mexicana registró un saldo a favor de 1,429 millones de dólares durante marzo del 2019, lo que significa el mejor resultado comercial en lo que va del año.
¿Qué significa ello? Significa que, la última de las variables del PIB, registra un saldo positivo, que hace frente a la baja que registran el resto de las variables. En términos numéricos, el valor absoluto de las exportaciones mexicanas, ascendió a 38,961 millones de dólares durante ese mes, cifra que superó el valor de las importaciones totales que ascendieron a 37,531 millones de dólares.
Si nos metemos a detalle, la diferencia positiva en la balanza comercial se debe al impulso de las exportaciones de la industria automotriz, que aumentaron un 6.1 por ciento, a diferencia de nuestras exportaciones no petroleras que cayeron hasta un 10.1 por ciento. Lo anterior, sin menoscabo que, a pesar de la diferencia positiva en la balanza, el grueso del flujo comercial, disminuyó en lo general un 2.1 por ciento.
Puede ser que, en efecto, la expectativa presidencial sea la de incrementar sustancialmente la variable del consumo privado a través de la entrega de recursos mediante los programas sociales, y que eso genere un efecto multiplicador y un mayor dinamismo. Puede ser que, también la inversión privada inicie su recuperación con la construcción del tren maya o con la refinería de dos bocas, y, por último, puede ser que los rumores sobre posibles recortes a la inversión, sean solo eso, simples rumores, y no disminuya más el gasto público.
A todo ello puede referirse López Obrador cuando declara que el tiene su propia información, la cual es diferente a la que conocemos los simples analistas. En efecto, sería no solo lógico, si no deseable que así fuera.
En tanto esas cosas suceden, nuestro análisis debe centrarse en los datos disponibles, y esos datos siguen haciéndonos sentir pesimistas, aunque por ahí, las exportaciones vengan a animarnos un poco la fiesta.
