Alejandro Zúñiga
Las mujeres han sido obligadas a salir a las calles para visibilizar la violencia que sufren, todos los días, porque nadie ha hecho nada para atajar la creciente impunidad frente al feminicidio en México.
Las cifras son escalofriantes y deberían prender todas las alertas. Cada dos horas y media muere una mujer en México a causa de la violencia machista.
Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad y Protección Ciudadana, en el primer cuatrimestre de 2019 fueron asesinadas 1,199 mujeres a causa de la violencia de género.
De ese total, el 10% fueron niñas y adolescentes de entre 0 a 17 años, lo que arrojó el cuatrimestre más violento del que se tenga memoria contra ese sector de la población.
En enero de 2019 se registraron 302 homicidios de mujeres, en febrero 272, marzo 310 y abril 315.
En los últimos cuatro años la violencia de género ha aumentado casi 100 por ciento, pero el número de sentenciados por este delito, inexplicablemente, baja cada día.
Pero no solo aumentan los feminicidios, también crece la brutalidad y la barbarie con la que se cometen los asesinatos de mujeres.
Para la investigadora independiente, María Salguero, las cifras reales de feminicidios son más elevadas que las oficiales.
Esto se debe, explica, a que hay procuradurías y fiscalías estatales que clasifican los feminicidios como otros delitos.
Por ejemplo, agrega, el Estado de México reportó en 2017 366 feminicidios, pero INEGI contabilizó 466.
La plataforma feminicidiosmx, desarrollada por la investigadora, registra 7,903 feminicidios de 2016 a la fecha, y en casi 5,900 no hay imputados, y cada día aumentan otras 9 o 10 víctimas.
Otro aspecto sorprendente es que mientras los feminicidios van en aumento, el número de imputados decrece.
En 2014 fueron imputadas 354 personas por feminicidio, pero en 2017 la cifra bajó a tan solo 23.
Estas cifras revelan el grado de impunidad que priva en este delito, lo que ha disparado los feminicidios y agresiones contra mujeres.
Seguramente quienes pensaban que las formas de las últimas manifestaciones feministas fueron demasiado agresivas, no conocían la realidad, brutal, que enfrentan todos los días las mujeres en México.
El Monumento a la Independencia y la estación del Metrobús Insurgentes tienen reparación, al igual que el cabello y el traje de un funcionario al que le arrojaron diamantina.
Pero el daño ocasionado a miles de mujeres que son asesinadas, desaparecidas y violadas no tiene remedio.
Se trata de familias fracturadas para siempre que, además,, esperan que algún día haya justicia, porque perdieron una hija, una madre o una hermana que jamás va a regresar.
El daño es, simplemente, irreparable.
Con coraje y decisión, cientos de feministas han logrado que los mexicanos entendamos y alcancemos a dimensionar el tamaño del peligro que viven nuestras hijas y todas las mujeres mexicanas.
No justifico la violencia, pero había que levantar la voz con enjundia, mostrar la ira, la impotencia y la frustración que provoca la indiferencia, la impunidad y la insensibilidad de la autoridad.
Una autoridad que, en lugar de defender a las víctimas, las viola, las maltrata, las revictimiza y las olvida.
Hoy, al menos, el tema del feminicidio logró ser puesto en el centro del debate.
Ahora le toca a la 4T desplegar una estrategia integral para atenderlo de manera pronta y efectiva.
Hace falta actuar de inmediato en el rubro de la procuración y la impartición de justicia.
Policías, militares, Guardia Nacional, marinos, al igual que los integrantes del Poder Judicial: agentes, ministerios públicos, jueces y magistrados deben recibir capacitación sobre equidad de género.
Es necesario también profundizar en las causas sociales que han disparado la violencia de género.
El sector educativo y la recuperación de valores al interior de las familias, son otro aspecto en los que se debe poner atención.
El machismo y la violencia de género nos lastima a todos, es hora de luchar al unísono para revertir este flagelo social. La 4T tiene el balón en su cancha.
