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INTERSECCIONES / Recesión y fuego

Desde Europa a la Amazonía, parece que todo conjura para echarle a perder a Trump su campaña para la reelección.

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Fulvio Vaglio 

Para quienes pensaban, tristes y resignados, que las vicisitudes del gobierno italiano no le importan a nadie fuera de la Bota, una novedad consoladora: Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal estadounidense, ha citado la crisis de gobierno italiana como uno de los factores de riesgo para la economía global. Lo ha hecho el jueves 22 de agosto en el Simposio de Jackson Hole, la conferencia anual que reúne a las máximas autoridades financieras y bancarias de ese país.  

Los otros factores de riesgo citados por Powell no sorprenden: las guerras arancelarias, la deceleración de Alemania y China, el Brexit y la tensión en Hong Kong; todos elementos que los medios especializados habían tenido al centro de la mira desde hacía varias semanas; pero la crisis de gobierno en Italia no aparecía entre las fuentes de preocupación. 

La razón es financiera e internacional, no política e italiana: los Bonos del Tesoro italianos son entre los más buscados por los especuladores financieros de todo el mundo occidental, juntos con los de Francia, Gran Bretaña, Japón y Estados Unidos, y por encima de los de Alemania. El valor real de los bonos a largo plazo depende de la confianza de los inversionistas en que el país que los emite tendrá, al final del periodo estipulado, la capacidad de pagarlos con los intereses pactados en el contrato inicial: como con cualquier préstamo que ustedes o yo contraemos para cambiar coche o departamento.   

Una crisis repentina de gobierno, en un país emisor de bonos considerados relativamente seguros, manda escalofríos por el espinazo del sistema financiero global. Es el caso de Italia, según Powell y la Federal Reserve.  Debe quedar claro que al capital financiero internacional le importa un comino si estos bonos reflejan una economía fuerte o débil, en expansión o contracción: finalmente, todos están metidos hasta el cuello en operaciones especulativas y se supone que saben el riesgo que corren, y hasta qué punto y por cuánto tiempo vale la pena correrlo. 

No es que la economía italiana se haya vuelto repentinamente más fuerte o más débil, en comparación con la alemana, la francesa o inclusive la británica: simplemente tiene una fecha de vencimiento muy cercana, que le impone tiempos apresurados a la crisis de gobierno: lo ha dicho el presidente Mattarella al ponerle a los partidos políticoun margen de cuatro días (week-end incluido) para buscar una solución: estoy escribiendo esta nota el sábado 24 y el martes 27 deberíamos saber si hay gobierno (y de qué tipo) o si se va a nuevas elecciones. 

¿Qué es esta fecha de vencimiento cercana? El presupuesto de 2020, con la necesidad ya improrrogable de mantenerse en los límites de endeudamiento previstos por las reglas europeas, o de negociar unos nuevos; ya sucedió el año pasado y ganó temporáneamente Salvini; vuelve a suceder este año parece que va a ganar el Cinque Stelle, con la ayuda de una maltrecha pero rediviva izquierda 

El guion de las negociaciones para formar el nuevo  gobierno, es el de una farsa: los representantes del Cinque Stelle achacan a Salvini toda la responsabilidad de la crisis actual, por déspota, ególatra y autoritario (que sí lo es) y le llaman “traidor” (es difícil imaginarse a Di Maio en el rol de la protagonista seducida y abandonada, pero él lo intenta)el Partido Demócrata vuelve a estar al borde de la ruptura (nunca se había alejado mucho, a decir verdad) y la oposición de izquierda seria, la de LEU (bres e Iguales) se queda viendo si alguien la llama a participar en el nuevo embrollo.  

Puntos de encuentro para un nuevo gobierno: debe ser un gobierno que dure toda la legislatura (de acuerdo: es lo más sensato si se ponen de acuerdo en un programa mínimo); debe excluir la Lega (se tardaron, pero hay que aplaudirles de todas maneras); y debe proponer, ya, la reducción del número de parlamentarios (ayuda – poquito – para el presupuesto y era uno de los puntos de la reforma Renzi, aunque nadie parece dispuesto a recordarlo).  

Hasta aquí, y no más allá, va la importancia de Italia. Si la economía alemana no estuviera a punto de entrar en recesión técnica, si el “Brexit sin acuerdo” de Boris Johnson no fuera un fracaso largamente anunciado y no dependiera de la mano salvadora milagrosamente tendida desde Washington, si la guerra arancelaria con China no empezara a afectar a los agricultores del MIdwest, seguro la enésima crisis de gobierno italiana no le quitaría el sueño a la Federal Reserve. 

Pero las coincidencias existen. Para bien y para mal. Cuando Trump creía haber acorralado a los demócratas en el tercio del ruedo que a él más le conviene (economía indestructible, demócratas contagiados por la infame ideología socialista, asesinos masivos reducidos a enfermos mentales, y un cambio climático que sí es un problema, pero no tanto), empezó a arder la Amazonía; precisamente el mismo día en que la Comisión Electoral Demócrata había, en su inescrutable sabiduría, decidido quitar el tema ecológico de los próximos debates entre candidatos. Quizás no esté del todo equivocado Trump, cuando tuitea que Jerome Powell es su peor enemigo. 

Habría más coincidencias: en estos mismos días Corea del Sur y Japón, en lugar de hacer frente común contra los enemigos comunistas de siempre, se enfrascan en la controversia política y económica más dura desde los años cincuenta. Pero merecerían un análisis más profundo y se acaba el espacio de eta columna: por hoy. 

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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