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La otra mañanera

La primera fila de su circo romano lo ocupan empleados de la Presidencia de la República –bajo diversos esquemas laborales–. Ellos reciben las instrucciones y avivan a la gleba babeante para que el Emperador confirme sus dichos y ordene que suelten a las fieras.

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Hugo Morales Galván

Sólo la red de internet hace posible el espectáculo surrealista que son las mañaneras de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Es un circo romano. Tiene sus gradas llenas. Desde las pantallas televisivas y computadoras y teléfonos celulares, la masa gritan, brama, pide sangre. El Emperador de Tabasco, con sus guirnaldas –que le encantan–, aparece todos los días ataviados en guangos trajes oscuros o grises, a falta de túnica. Echa a la arena a los conservadores, los fifís, los machuchones, los neoliberales. Los juzga y condena. Su dedito decide si son culpables o inocentes. Hasta el momento ninguno de sus acusados ha gozado de su beneplácito perdonador.

La primera fila de su circo romano lo ocupan empleados de la Presidencia de la República –bajo diversos esquemas laborales–. Ellos reciben las instrucciones y avivan a la gleba babeante para que el Emperador confirme sus dichos y ordene que suelten a las fieras.

Pero hay una parte que necesita otra explicación. Es el grupo de periodistas que sí son reporteras y reporteros, jóvenes y maduros, algunos con bastante experiencia y reconocimiento. Son parte de medios tradicionales, pero también de medios digitales serios y profesionales. Forman parte el grupo relegado, al que es difícil que le permitan usar el micrófono. Pero cuando le es permitido preguntar, suceden dos fenómenos. Uno, preguntan lo que su medio de trabajo les ordenó preguntar. No se pueden saltar la línea editorial por más que su posición personal sea crítica de los dichos y respuestas del Emperador. Es notoria la contención de algunas y algunos de ellos. Y es que la relación prensa-gobierno no ha cambiado sustancialmente.

Medios de comunicación que vivían de la exorbitante publicidad oficial han tenido que despedir a miles de periodistas y personal de redacción, ante el recorte de los recursos públicos legales e ilegales. El Gobierno Federal anunció la reducción de la publicidad, pero no por ello cambió la discrecionalidad en su asignación. Si la leche es poca, al niño le toca, dice un dicho popular. Los medios quieren que les toque. Buscan estar dentro de la simpatía de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia. Y no se van a exponer con preguntas críticas.

No hay signos de democratización en la relación prensa-poder, y no lo va a haber, porque ese vínculo perverso conviene a ambas partes.

Hay otro sector compuesto por medios que no dependen del todo del dinero público y otros que ni lo reciben (no porque no quieran, sino porque sus directrices editoriales han sido vetadas por la autoridad), cuyos periodistas tienen margen de expresión. Forman parte de una línea editorial crítica y cuentan con el apoyo de su medio, para poner en entredicho las aseveraciones presidenciales. En estos casos es que ha sido notoria la manera en que AMLO tambalea argumentativamente, incluso llega a mentir, o ha tenido que ordenar a su gobierno investigar denuncias periodísticas.

En cualesquiera de los dos casos, estos periodistas son el objetivo de las babeantes redes sociales, “yotubers” y periodistas digitales, alimentados y sostenidos por el régimen. Amenazas, insultos, hostigamiento, es parte del espectáculo con que la masa quiere sacrificios.

En nuestro país se habla de cláusula de conciencia, y se busca que sea puesta en práctica en medios de comunicación. Pero no hay tal. Hay algunos que, incluso, tienen Códigos de Ética, pero con suma regularidad y ramplante cinismo los violan. Los medios siguen siendo un negocio provechoso para sus propietarios y concesionarios y aunque en menor escala, también para sus directivos editoriales.

No hay agrupaciones gremiales que unan los intereses de periodistas. En México es normal que asesinen a un periodista. No pasa nada. La red de corrupción y complicidad se ve alimentada cuando desde el poder les piden que se porten bien. Hay quienes no tienen necesidad de que se los pidan. Toda su vida se han portado bien en su medio y en su fuente. Pero hay un sector crítico, joven y maduro, que no acepta ese estado de cosas. No obstante, su fuerza es menor porque luchan contra dos poderosos: las autoridades y los dueños de los grandes medios, los poderes fácticos, esos que conviven y se acomodan sexenalmente.

Cierto es, en la mañanera no todo es igual. Pero falta mucho para que se convierta realmente en una tribuna de interrogantes periodísticas a mentiras o medias verdades oficiales.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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