A quien le vino “como anillo al dedo” la polémica por la actuación policiaca para obligar a la población de Jalisco a usar cubrebocas fue al gobernador Enrique Alfaro, quien se posicionó a nivel nacional.
Hace más de un mes, Giovanni López fue detenido por la policía municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos por violar disposiciones sanitarias de la pandemia, y más tarde murió en un hospital por los golpes recibidos.
Debido a ello, mil 200 personas protestaron frente al Palacio de Gobierno en Guadalajara, situación que terminó en vandalismo por la infiltración de embozados que incluso quemaron a un policía.
El gobernador Alfaro denunció en sus redes que los ataques fueron organizados desde la Ciudad de México por gente afín al Presidente de la República, lo que ocasionó una airada respuesta del inquilino de Palacio Nacional.
En su mañanera del viernes, el tabasqueño rechazó que él o su equipo hubieran tenido algo que ver, y exigió pruebas al gobernador.
Independientemente de las pruebas, el gran ganador del pleito es Alfaro, que, de entrada, se vacuna contra otros posibles ataques, pues logró ponerse en el papel de víctima, algo que regularmente hace López Obrador; el jalisciense ganó esa partida.
Si el gobierno federal no entrega recursos suficientes a Jalisco, por ejemplo, el gobernador podrá argumentar que desde la CDMX se castiga a todos los jaliscienses, tan sólo porque el Presidente no quiere a sus autoridades.
Pero la ganancia más importante es que Alfaro se volvió un político de peso nacional, pues el propio Presidente le dio esa estatura al subirlo al ring, mostrándolo como un funcionario de peso suficiente como para dedicarle tiempo.
Para nadie es un secreto que el jalisciense está labrando su camino rumbo a la Presidencia de la República en 2024, y si bien es un político con mucha influencia en el occidente del país, en el resto de la República era un desconocido.
Luego de desafiar al poder presidencial y provocar su ira, quizá se pueda convertir en la figura opositora que cohesione el desencanto y enojo que el tabasqueño ha ocasionado en gran parte de la población, pero que nadie ha capitalizado.
El hecho de que siete gobernadores hayan formado un bloque en su defensa le da el liderazgo que buscaba, y todo gracias a los ataques de que fue víctima desde el propio gobierno federal.
Ya no importa si prueba que Morena y los pejistas armaron la revuelta del jueves —aunque es evidente que lo hicieron—; el tema es que, de ser una figura regional, lo convirtieron en una figura nacional para el 24.
Y seguramente sus seguidores, entre los que hay experredistas, intelectuales, empresarios, ciudadanos y políticos de otros partidos, estarán animados a fortalecer su proyecto a través de Movimiento Ciudadano.
Los disturbios por abuso policiaco, del que ni siquiera es responsable directo —fueron policías municipales—, le cayeron “como anillo al dedo” al gobernador.
CENTAVITOS
Vaya descaro de Carlos Ulloa, a quien su jefa, Claudia Sheinbaum, bajó al conocerse que utiliza programas del gobierno para promoverse como aspirante a la alcaldía de Tlalpan, que ahora manda a sus esbirros a que hagan campaña para él. A las colonias de Tlalpan siguen llegando apoyos “de parte del maestro Carlos Ulloa”, se observa en los videos que los vecinos suben a sus redes. Y eso que, según Claudia, ya lo había puesto quieto.
