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Capital Político

Arrodilla Claudia a su Policía

Y mientras el gobierno arrodilla a sus policías, la ciudadanía se pregunta, ¿dónde está el gobierno?

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El pavor de Claudia Sheinbaum a que se pudiera insinuar siquiera que su gobierno es represor ha hecho que ordene a sus policías arrodillarse ante los grupos vandálicos que asolan las calles y destruyen los bienes de los capitalinos.

Porque una cosa es garantizar el derecho a la libre manifestación y otra muy distinta es agachar la cabeza y aceptar la decisión de algunos grupos para hacer y deshacer lo que se les antoje en la capital.

En sus manifestaciones, esos grupos rompen cristales, pintan monumentos, saquean comercios y queman a policías; aquí también, no sólo en Jalisco. Ah, pero que nadie toque a los vándalos porque entonces es abuso policial y violación a sus derechos humanos.

La ley obliga a las autoridades a utilizar la fuerza del Estado para salvaguardar los bienes y la integridad de la población.

Por supuesto que nadie justificaría detenciones arbitrarias y muertes, como las que ocurrieron recientemente en Jalisco y Minneapolis, por ejemplo; se deben castigar.

Pero de ahí a que se consecuente a quienes salen a las calles a destruir y agredir hay una gran diferencia. La violencia se tiene que repeler con la fuerza y, por desgracia, tiene que haber golpes, encontronazos y detenidos.

El fin de semana, una joven fue pateada por dos policías luego de caer al piso en medio de una corretiza contra los agresores, y lo primero que hizo Sheinbaum fue defender a los vándalos y condenar a los policías, para quienes exigió —y obtuvo— cárcel.

Casi pidió disculpas a los manifestantes y anunció la elaboración de protocolos de actuación para evitar la brutalidad policiaca… habrá que ver cómo dejó el ánimo de los uniformados, que son quienes salen a jugarse la vida durante esos eventos.

Claudia tiene la costumbre de ignorar que los protocolos existen desde hace mucho. No sólo en la Policía, sino en el Metro, tras la muerte de una mujer que fue arrojada fuera de una estación; también ordenó elaborar protocolos… que ya existían.

Igual tembló en algunas zonas de la CDMX y pidió protocolos, dejando claro que el suyo no es un gobierno preventivo, sino reactivo, que sólo está viendo dónde se ahoga un niño para ir a tapar el pozo.

No se vale que ahora que los policías defendieron a los ciudadanos, con todo y lo mal que pudieron haberlo hecho, dos de ellos tengan que ir a la cárcel y los rijosos queden como héroes y sigan vandalizando.

Los policías no tienen derechos; se tienen que dejar escupir, insultar, golpear, incendiar y, si reaccionan, ir a la cárcel… Claudia debería ser más empática y ponerse en sus zapatos. ¿Qué tal si fuera su casa la vandalizada?

Al menos debería escuchar a los agentes y darles la oportunidad de que se defiendan, antes de juzgarlos y condenarlos mediáticamente.

Qué triste ser policía y tener que cargar con la fama de corruptos, represores y ahora hasta de floreros, mientras los agresores pueden hacer lo que les plazca.

Y mientras el gobierno arrodilla a sus policías, la ciudadanía se pregunta, ¿dónde está el gobierno? ¿Sheinbaum pagará de sus ahorros los daños? ¿Para eso quería gobernar?

CENTAVITOS

Por cierto, el que está entre un fuego cruzado del gabinete capitalino es Omar García Harfuch, jefe de la Policía capitalina, a quien, en una semana, sus enemigos han “renunciado”, al menos, en dos ocasiones. Algo debe estar haciendo bien el joven policía para ser el blanco de esas grillas, al grado de que la propia Sheinbaum ha tenido que salir a ratificarlo.

Periodista, especializado en política de la CDMX. Editor y columnista

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