Los partidos que se dicen dueños de la Ciudad de México hicieron de las dos principales plazas públicas un espectáculo para mostrar músculo rumbo a 2018, pero tanto el PRD como Morena no engañan a nadie… salvo a ellos mismos.
El sábado los perredistas desbordaron la plancha del Zócalo tras organizar tremendo acarreo exprés para dar la imagen de unidad y fuerza, sobre todo previo al evento que un día después llevaría a cabo el partido de Andrés Manuel López Obrador.
En cuanto a capacidad de movilización para mítines no quedó la menor duda de que los perredistas siguen siendo los campeones, pero eso no les garantiza ni siquiera que esa misma gente se mueva hacia las urnas el día de la elección.
Se engañan si creen que por juntar a más de cien mil personas en la plaza alguien se va a impresionar, sobre todo porque se trató de un burdo acarreo, que incluso Mauricio Toledo se encargó de autodocumentar enviando fotos del llenado de camiones y micros.
Por supuesto que con los recursos del gobierno capitalino y las estructuras delegacionales son capaces de realizar una movilización como la del sábado, que incluso se quedó muy corta en comparación con el gasto que significó.
Pero una cosa es acarrear borregos y otra muy distinta el que hubiera gente del pueblo apoyándolos de manera espontánea.
Como tampoco ocurrió ayer domingo en el evento que López Obrador encabezó en el Monumento a la Revolución, lugar escogido por Morena debido a que no tienen la capacidad para llenar el Zócalo, que se hubiera visto semivacío.
A diferencia del mitin del PRD, no todos los que estuvieron ahí eran acarreados, algunos llegaron por iniciativa propia, pero eso estuvo peor, pues eran experredistas sin chamba, cartuchos quemados que sólo se acercan para ver si les tiran alguna migaja.
Los morenos quisieron presumir un desfonde del sol azteca, una migración masiva hacia el partido de El Peje, pero también se autoengañan, nadie de peso se está yendo con ellos, al menos no todavía, por lo que tampoco impresionan a nadie.
El duelo del fin de semana fue más bien una competencia por generar percepción, sobre todo hacia el interior de sus respectivos partidos.
Morena tratando de desmoralizar a la militancia del sol azteca aparentando falsamente que se está quedando con sus estructuras. Y el PRD tratando de transmitir un falso mensaje de fuerza y unidad que muestre a los pejistas que los amarillos no están muertos.
Como quiera, si bien estos dos partidos mostraron músculo, en realidad ninguno de los dos eventos significó nada para los ciudadanos, que ven que esos enfrentamientos son más bien problemas domésticos entre excomadres.
CENTAVITOS… Por cierto, ayer por la tarde en un evento de apoyo al aspirante perredista al Edomex, Juan Zepeda, Miguel Ángel Mancera calificaría al PRD como “un partido en depuración’’, por aquellos de los que han saltado y se espera sigan saltando al barco morenista… Luego de que César Cravioto aceptara que sus diputados en la ALDF hicieron transas por haber metido en la nómina a la familia, Darío Carrasco desmintió que él tenga parientes trabajando en Donceles como lo señaló el PRD, y que aunque los apellidos de Javier Espinoza Carrasco y Augusto César Medina Carrasco coincidan como asesores del grupo parlamentario, no tiene relación alguna con ellos, por lo que se declara limpio de esas prácticas en las que muchos de sus compañeros incurrieron.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/04/10/1156891
