Esperanza Barajas
La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum presentó un informe de los 200 días de su gobierno, una visión que se confronta con la realidad del habitante de a pie, ese que sufre la inseguridad, que padece el mal sistema de transporte público, que agradece la lluvia por limpiar el aire pero que se tiene que aguantar las consecuencias.
Como lo hacían los priistas hace 40 años y los perredistas durante los últimos 30, ahora los morenistas se hacen cargo de la movilización y le garantizan a Sheinbaum un auditorio afín y listo para el aplauso en Tlatelolco. Como si la innovación y la modernidad no permitiera acabar con esa bonita costumbre.
Una vez más, inició su discurso dando un golpecito a su antecesor. “llegamos al gobierno de la ciudad a realizar cambios profundos, para terminar con una política de privilegios, corrupción y abusos”. Todos los que vivimos en la capital tenemos claro que reinó la deshonestidad y el enriquecimiento de la clase política de una forma grosera durante las administraciones perredistas, el colmo fue en la última gestión de Miguel Ángel Mancera.
Pero, si hubo tanta corrupción ha pasado un periodo considerable para que el nuevo gobierno se encargue de tener todos los elementos para iniciar procesos penales contra los responsables, incluso Morena tiene la fuerza suficiente para el desafuero contra el anterior jefe de gobierno y toda su pandilla, pero no. Sólo han detenido a tres ex servidores públicos que laboraron en la Secretaría de Finanzas, porque las cabezas de ese mar de corrupción parecen intocables.
A Mancera se le descompuso la ciudad en muchos aspectos, pero la seguridad se volvió un caos, se desató el crimen en todas sus expresiones y se asentaron los cárteles, mientras la autoridad se mantenía ausente; por eso el principal pendiente del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum, encabezado por una fuerza política distinta, aunque llena de ex perredistas, era la seguridad.
Todos los estudios y encuestas establecen que la principal preocupación de la población es la inseguridad y durante la campaña la ahora jefa de gobierno ofreció regresar la seguridad y la confianza. La promesa sigue pendiente.
Estos 200 días de gobierno, más los 155 de transición, han sido insuficientes para que el gobierno de Claudia Sheinbaum tenga una estrategia de seguridad pública y procuración de justicia.
La falta de claridad en la materia hace que el gobierno capitalino presente por goteo su proyecto, el 15 de noviembre de 2018 dio a conocer su Plan de Seguridad que debía iniciar operaciones con su gestión el 5 de diciembre; dos meses después, en enero presentó la Estrategia por cuadrantes, que venía anunciada en el proyecto previo y que no tiene nada nuevo al que ya había aplicado Andrés Manuel López Obrador en el 2000. Con bombo y platillo en junio hizo pública la Estrategia de Fortalecimiento a la Seguridad, donde el gran anuncio fue la “bienvenida” que le dio a la Guardia Nacional, que por cierto en noviembre la consideraba innecesaria.
Así que lo que es urgente para la población, no lo es para el gobierno, rechazaron el aumento de la inseguridad con el argumento de que la pasada administración maquillaba los datos, pero en estos seis meses con el control absoluto de la información las cifras no dejan un saldo positivo.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta que en enero de 2019 el total de delitos cometidos fue de 20 mil 751, en junio se denunciaron 19 mil 959; es decir el despliegue de recursos humanos y financieros solo pudo bajar 792 delitos, es el 3.8 por ciento.
En enero los delitos contra la vida y la inseguridad sumaron mil 97, en junio solo cinco menos; delitos contra la libertad eran 182 al inicio de año, a medio semestre 183; los delitos contra la familia eran mil 653 y en junio 2 mil 108; narcomenudeo de 474 pasó a 531.
Los datos oficiales muestran que los avances son imperceptibles, las encuestas retratan una caída en la aprobación del gobierno de Sheinbaum. Hasta el momento la 4T queda debiendo.
