Lorena Osornio
Mientras el salario mínimo en el país aumentó a $102.68 pesos diarios, lo cual AMLO y la Secretaria del Trabajo han presumido como “un logro” de este primer año de gobierno dentro del escueto primer informe presidencial, el domingo 8 de septiembre se supo que el propio presidente decidió aumentarse el sueldo y durante 2020 ganará la “austera y republicana” cantidad de 111 mil 990 pesos, es decir, 3 mil 334 pesos más de lo que percibe actualmente.
Hay que recordar que en 2018, el salario mínimo fue de $88.36 pesos diarios, con lo que la nueva alza equivale a $14.32 pesos más, es decir, un aumento del 16.20%. Esto, según AMLO, es un logro que estuvo presumiendo en una nada austera y si muy onerosa campaña de difusión en medios de comunicación. Si, una campaña mediática exactamente igual a las que criticaba y de las que alegaba que en su lugar esos recursos se podrían invertir en otros rubros más importantes.
En primer lugar habría que recordarle al presidente y a su secretaria del trabajo que el aumento del salario mínimo no es un logro de la actual administración, pues este último aumento es el resultado de un proceso que inició desde 2015 con las iniciativas que dieron lugar a la reforma constitucional que buscaba desindexar el salario mínimo, o sea, que el salario mínimo dejara de funcionar como parámetro o referencia para el cálculo y la determinación de multas, cuotas, sanciones administrativas, penas convencionales establecidas en salarios mínimos, o pagos de préstamos y otro tipo de compromisos económicos.
Lo anterior llevó a que, el 27 de enero de 2016, se publicara en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se declararon reformadas y adicionadas diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de desindexación del salario mínimo. Así es, sin este instrumento legal, cuyo proceso fue complejo y arduo, era impensable aumentar formalmente el salario mínimo. Esto quiere decir que, una vez más, como lo vimos con la gran participación de nuestros atletas en los juegos panamericanos de Lima 2019, la actual administración se valió del trabajo que hicieron otros, en este caso los atletas, para colgarse la medalla.
Y desde luego no lo digo en el sentido de defender o aplaudir al trabajo que hicieron las y los políticos que dieron paso al decreto de desindexación, que dicho sea de paso, no solo tuvo que ser aprobado por el Congreso de la Unión, sino que requirió de la aprobación de la mayoría calificada de más de la mitad de los congresos locales de cada entidad federativa, siendo aprobada por 22 congresos locales donde MORENA ni siquiera figuraba aún.
Entonces, queda claro que el aumento del salario mínimo fue un logro estrictamente institucional y no pertenece a ningún partido. De hecho, tanto la reforma de referencia, como el reciente aumento al salario mínimo apenas representan un pequeñísimo avance respecto a una deuda histórica del Estado mexicano para con las y los trabajadores.
Así, todo parece indicar que al presidente y a sus fanáticos políticos les cuesta mucho reconocer y aceptar que los puestos que detentan ameritan una visión institucional, apartidista y a política. En cambio, son capaces de plagiar logros, engañar a la gente y colgarse medallas que no les corresponden.
Pero más allá de eso, resulta más insultante la forma tan descarada en que continuamente pretende engañar a la ciudadanía, porque mientras pide a médicos, enfermeras y padres de familia que compren de su bolsa los medicamentos -con los sueldos tan bajos que tienen- que de hecho el gobierno tiene la obligación de otorgar, AMLO se sube el sueldo haciendo a un lado su supuesta austeridad. Con ello solo demuestra su ignorancia, pues alguno de sus aplaudidores debió hacerle ver que, en los hechos, los ciudadanos ya pagamos de nuestra bolsa, con los impuestos que estamos obligados a pagar, los medicamentos y muchas otras cosas, como por ejemplo, su aumento de sueldo.
