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Grilla

LA ESTRATEGIA SOY YO

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POR: ALEJANDRA MARTÍNEZ

 

En abril de 2006, cuando Andrés Manuel López Obrador había capitalizado el tema del desafuero aferrándose a una estrategia “a ras de tierra” cimentada en su persona, hizo oídos sordos a las sugerencias de quienes intentaron asesorarlo con una estrategia que consideraban posible lograr el triunfo. El candidato respondió “la estrategia soy yo”. El resultado ya todos lo conocemos.

Hoy, 12 años después, López Obrador nuevamente es candidato presidencial, y la estrategia de su partido para la Ciudad de México sigue siendo la misma. La imagen de Morena, el sustento de su presencia, es el propio ex Jefe de Gobierno en persona. Quién más, quién mejor que él.

Esta estrategia centraliza y consume la mayor parte de los recursos que ese instituto político destina a la propaganda electoral en alcaldías y diputaciones locales, dejando prácticamente sin dinero y sin margen de operación mediática individual a los candidatos en colonias y delegaciones.

La decisión tiene a disgusto a más de un candidato que se vio obligado a ceder y así aparecer junto el sonriente retrato del ya tres veces candidato presidencial. Por supuesto que justifica la decisión el ser puntero en las encuestas y con un nivel de conocimiento entre el electorado superior al 70%.

Todo está muy bien, por lo menos en apariencia, puesto que existe el inconveniente de que los candidatos morenos se quedaron sin la libertad para decidir qué instrumentos de comunicación y propaganda les convienen más, qué estrategia, qué segmentos de la población son prioritarios y cuáles no.

Gracias a esta centralización, las calles de la Ciudad de México hoy lucen con poca propaganda, lo cual, por supuesto, agradece el ciudadano que ve menos contaminadas sus calles y avenidas.

Lo que más se ve son espectaculares con la imagen de la candidata a Jefa de Gobierno acompañada por López Obrador. Dentro de las colonias se pueden observar algunas lonas y volantes en los que, ahí sí, prevalece la imagen de los candidatos a las alcaldías y diputaciones locales; pero en todo caso que éstos aparezcan solos es la excepción.

Con los medios de comunicación el asunto es el mismo: no hay dinero para invertir en nada y la centralización es tan grande que, incluso, los candidatos prefieren negarse a otorgar entrevistas, aunque éstas sean colectivas, o en debates organizados por los medios de comunicación, bajo el argumento de que sus agendas se los impiden.

Algunos expertos han dicho que el bajo perfil de los candidatos obedece al temor que éstos tienen de ser sancionados, lo cual está provocando que los partidos extremen sus cuidados, pero, aunque es cierto que la legislación cambió y las sanciones ahora son más duras que en anteriores contiendas, la verdad es que detrás de este argumento lo que se esconde es una línea de actuación idéntica a la de 2006.

“La estrategia soy yo”, sigue diciendo el personaje que luego de 18 años de trabajo político y de recorrer el país no sólo se ha ganado el derecho de ser el candidato presidencial de su partido, sino que ha llegado a convertirse, él mismo, en una especie de marca que hoy en día es conocida en todo el país y que, según lo demuestran las encuestas, es altamente rentable y competitiva. Tal es la fuente de todas las justificaciones, por eso es que está tan centralizada la imagen, el discurso y todos los demás aspectos de la propaganda.

Pero no nos confundamos. No se trata de una estrategia para generar uniformidad o alineación de las campañas. A esas alturas, la frase “la estrategia soy yo” significa, literalmente, “todo gira en torno a mí y el gasto lo determino yo, porque quien aportará los votos soy yo”.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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